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Diez hipótesis (¿verosímiles?) que explicarían el resultado de la subasta eólica

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Homer Simpson dijo una vez: “hijo, hay tres clases de personas: las que saben contar y las que no”. Yo ya no sé a qué clase apuntarme. Y no soy el único que ha tratado de replantearse ciertos axiomas matemáticos tras la subasta de energía eólica del pasado día 13+1 de enero.

Tras años de retención de gases, el Gobierno celebró una subasta para la concesión de una cantidad extra de dinero que, sumada al ingreso económico que un parque eólico obtuviese vendiendo su electricidad en el mercado diario en los próximos 20 años, le permitiera pagar el alquiler de la oficina, los sueldos de los empleados, los consumibles (dentro de un orden) e incluso un par de cañas el fin de semana. Es lo que técnicamente el Gobierno denomina “rentabilidad razonable”, y donde “razonable” lo redefine el Gobierno cada 6 años. Y el Gobierno estimó que unos 63.000 € por MW y año era una cifra suficiente de ayuda.

Pero, oye ¿y si alguien estuviese dispuesto a construir un parque eólico con una ayuda aún menor? «Vamos a preguntar», se dijo el Ministro. Descartada la opción de una encuesta en Facebook, convocó una subasta. Las reglas de la misma fueron absolutamente coherentes con el resto de normativa que afecta al sector energético. Esto es, se buscó la fórmula más sencilla y fácil de comprender y se ordenó a los técnicos del Ministerio redactar unas reglas que nadie pudiese emparentar ni lejanamente con esa fórmula. Lo lograron con notable alto. Para obtener una cifra en «€ por MW y año» lo lógico es pujar con una cifra en «€ por MW y año». Así que las reglas de la subasta dictaron que se debería de pujar en “porcentaje de descuento». ¿Porcentaje de descuento sobre la ayuda calculada por el Gobierno? Eso hubiese sido sencillo de entender por cualquiera. No. Porcentaje de descuento sobre los costes de inversión. Pero, por favor, siga leyendo, que prometo no meterme (mucho) más en el jardín de las reglas de la subasta. Quedamos en que habría que pujar un porcentaje. Entre el 0% de descuento y el 100% de descuento ¿verdad?. Demasiado lógico y sencillo. No. Si ofertabas un porcentaje superior al 53% aproximadamente, ya no recibías ayuda económica alguna. ¿Tenía sentido entonces pujar más allá del 53%? Sí si uno estaba dispuesto a no recibir ayudas según los cálculos del Gobierno pero quería mantener la esperanza de recibirlas si el precio del mercado de electricidad se venía abajo, ya que entonces los cálculos del Gobierno se deberían de rehacer al alza. ¿Y que pasaba si pujabas un 100% de descuento? «Venga, hagamos preguntas serias” o algo parecido contestó un responsable del Ministerio en su día a una variante de esa pregunta.

Las reglas de la subasta dictaron que se debería de pujar en “porcentaje de descuento». ¿Porcentaje de descuento sobre la ayuda calculada por el Gobierno? Eso hubiese sido sencillo de entender por cualquiera. No.

Varias veces salieron alternativamente el sol y la luna tras aquella duda. Ciclos suficientes para que el promotor de aquella pregunta tuviese tiempo de ser señalado por la calle con el dedo de los listos como «el que no se entera”.

Y llegó la subasta. Y alguien pujó con el 100% de descuento. Y en la pantalla de los participantes de la subasta apareció una solicitud de puesta en valor de la educación escolar que pagaron nuestros padres, por parte de unos organizadores que no podían dar crédito a semejante falta de capacidad de comprensión de unas reglas de subasta diseñadas para ser entendidas por un niño de 10 años en medio de una partida al Minecraft. Y otro alguien volvió a pujar también con el 100% de descuento. Y otro. Y otro. Y así hasta sumar más de la potencia a subasta.

Fin de la subasta. Inicio de la frustración del programador informático del logaritmo de casación de oferta y demanda. Ahora sí, un niño de 10 año podía dictar el resultado de la subasta: la ayuda económica que han logrado los ganadores asciende a la desorbitante cifra de 0 (cero) € por MW y año. Ahora y ¿siempre? El Gobierno tenía el indefinible gusto de asegurar a los dueños de 500 futuros MW eólicos que no les iba a dar ninguna ayuda económica en 20 años. A los demás puede, ya veremos, pero a esos 500 MW no, porque se lo habían ganado, habían luchado por ello, e incluso habían pagado por conseguir ese no envidiable privilegio. Esa es la interpretación que alguno hizo del resultado. Pero hablamos de la regulación del sector energético, lo que significa que si algo es sencillo es que no lo has leído bien.

Ahora que el confiado lector cree que ya cerré el capítulo de las reglas de la subasta, me permito añadir una más: «puja lo que quieras que te daré la ayuda económica correspondiente a lo que puje otro». Tiene su sentido. Todos los ganadores recibirían la misma ayuda económica, independientemente de su puja. Dicha ayuda sería la correspondiente a la puja del último de los ganadores. O sea, tu ofertas 100% pero ganáis tú y tu primo, que ha ofertado 70% de descuento, pues los dos obtenéis la ayuda económica que le correspondería a tu primo (el de la subasta) que es mayor que la que te correspondería a ti. Es lo que se llama “pan para todos” o “precio marginal”. Y ahora estoy recordando por qué no quería explicar más reglas de la subasta.

El Gobierno tenía el indefinible gusto de asegurar a los dueños de 500 futuros MW eólicos que no les iba a dar ninguna ayuda económica en 20 años.

El día de la subasta por la noche, por desgracia tuvimos una programación televisiva no excepcionalmente floja, así que me dio por pensar en el resultado de la susodicha subasta.

He decidido plasmar las conclusiones en papel, pues me sale más barato que una sesión de psicólogo:

  • Un único participante pujó por 300 MW (un 60% del total) al 100% de descuento. Y su hermano hizo lo mismo con otros 102 MW. Suena a culebrón, lo sé. Asumo ese riesgo. En total, un par de agentes, ya no secretos, y que comparten herencia genética, han renunciado a toda ayuda económica en el 80% de la potencia a subasta. Es evidente que ellos han elevado exponencialmente las probabilidades de que la subasta acabase con precio «cero» o demencialmente bajo. Así pues, no cabe pensar (racionalmente) que hayan hecho sus ofertas pensando en que “oferto 100% de descuento para asegurarme ganar, pero es muy probable que me adjudiquen un precio marginal más alto”. Esta última sí ha sido muy probablemente la actitud estratégica de varios pequeños y no tan pequeños participantes.
  • Por ganar la subasta van a tener que costearla (sí, es otra regla de la subasta). No es una gran cantidad. Nada preocupante para 400 MW. Pero además han depositado avales por valor de millones de euros. Cantidad importante y que se ejecutará si no se bajan los proyectos del mundo de los sueños al de las pesadillas.
  • Lo único que se podía ganar (teóricamente) en la subasta era el incentivo.

Con todo esto yo me planteé hipótesis:

1. ¿Y si hubiesen pretendido ganar y obtener un precio marginal bajo, pero no tanto como nulo?

Según las reglas de la subasta, las pujas son confidenciales. Solo se publican los nombres de los ganadores y la potencia adjudicada, así como el precio marginal. Es decir, nadie (supuestamente) habría averiguado que ellos pujaron a 100% de descuento. Seguir esta estrategia con 300 MW es muy arriesgado (vas a tirar el precio marginal). Si un familiar tuyo va a hacer lo mismo con 100 MW, es ya suicida. Pero cabe la posibilidad de “descoordinación” entre ellos. De ser esta la hipótesis válida, la conclusión es que les habría salido mal la jugada. Y he de decir que las referencias profesionales de los ganadores distan mucho de alimentar esta primera hipótesis. Así que sigamos buscando posibilidades de explicación.

2. ¿Y si se han equivocado al pujar?

No sería el primer caso en la historia de las subastas en el mundo. Aunque parece muy difícil que una empresa reconozca un error de ese calibre, si se han equivocado, deberíamos de ver cómo los proyectos no avanzan. Un amigo me contaba el caso de otro amigo (para estas historias todos somos amigos) que confundió “MW” con “kW” en una subasta. Se arrepintió mil veces. Pero de nuevo animo al lector a descartar esta hipótesis ya que no habría sido un error, si no más bien una epidemia.

3. ¿Y si lo que buscaban era poder tramitar sus parques u obtener conexión a la red eléctrica?

Hay quien dice que ganar la subasta te da prioridad, o simplemente “te permite”, tramitar los proyectos u obtener conexión a la red. Pero no está escrito en ningún sitio y sería un posible pacto oculto al resto del sector. La opinión general entre promotores es que puedes tramitar un proyecto sin acudir a ninguna subasta y deberías de poder llegar a ponerlo en marcha siempre que cumplas la normativa. Claro que cada comunidad autónoma tiene la suya, y la conexión a red tiene sus peculiaridades. Pero ¿dónde dice que ganar la subasta te va a despejar el camino de la tramitación o la conexión? Recordemos que la subasta en teoría solo te concede un incentivo económico (al que has renunciado). Nada más. Si esa era su estrategia, hay serias dudas de que sirva para algo, o no habrá dudas de la falta de ecuanimidad de ciertas entidades en el país. Y, por el contrario, se han sumado la obligación de poner el parque en marcha antes de 4 años. Añadamos aquí que en una negociación (de permisos, de precios, de terrenos, …) te perjudica tener un tiempo límite para alcanzar un acuerdo y que la contraparte lo sepa. Bueno, pues la fecha límite la han publicado hasta en el BOE.

4. ¿Y si querían retrasar el desarrollo de la energía eólica?

Entramos en hipótesis mucho más divertidas a nivel de esparcimiento creativo. Pues es una teoría maquiavélica que podría tener lógica para quien además gane dinero generando electricidad con tecnologías competencia de la eólica. Por ejemplo quemando gas. Ganas gran parte de los 500 MW de eólica y no los desarrollas hasta el final del periodo (4 años). Mientras tanto, tienes más “hueco térmico” para ganar dinero quemando gas. Me faltan datos para deducir si esta hipótesis para no dormir tiene alguna base, pero vamos, un hueco térmico de 400 MW en un sistema del tamaño del español no parece que vaya a cambiar el curso de la humanidad.

5. ¿Y si querían una protección de “suelo” frente a precios del pool?
La ayuda económica, como sabes si de verdad has prestado atención a lo que llevas leído, está calculada según unas estimaciones de precio de pool. Si varían, el Gobierno lo tiene en cuenta y recalcula supuestamente al alza la ayuda económica. Pero si has ganado la subasta con un coste de inversión admitido de 0 €/MW ¿qué precio de pool debería de haber para que llegues a recibir alguna ayuda? Aquí, como en todo, hay disparidad de opiniones, pero abunda más la que se apunta a que no recibirán ninguna ayuda aunque se derrumbe el precio de pool. Un corolario a esta teoría es el de que la fórmula del Gobierno, aunque el precio del pool se arrastre por el suelo, mantendría una ayuda mínima que cubriese los costes de operación. Es, en definitiva, una hipótesis tan abierta a debate como cuál era el color del vestido ese de rayas que circuló por Internet hace meses.

6. ¿Y si tienen un acuerdo de compra y financiación a precios de risa?
¿Chinos? Yo no he visto ninguna operación en este sector tan agresiva en importe y envergadura de tecnología china en ninguna parte del mundo ¿por qué en España? Y aún así ¿por qué no simplemente ir a pool, sin subasta? No parece tener sentido, lo cual hace que no podamos descartarla.

7. ¿Y si querían acaparar cuota de pool?

Es otra bonita historia para no dormir. Si ya no te fías del Gobierno, búscate la vida sin él. Esto es, olvídate de la ayuda estatal y trata de asegurarte la rentabilidad mediante el mercado diario o “pool». Y ¿cómo hacer que el pool no sea demasiado bajo? Pues lo más fácil es haciendo que sea tan alto como lo consideres y sin que se note que lo manipulas o sin que te acusen de exagerar los precios del mismo. Eso se puede hacer controlando un porcentaje importante de la generación de España. La mayor parte de la generación está en manos de muy pocos operadores. De hecho el Estado dice que está manipulación ya ha pasado (lo que técnicamente denominan abrir expediente y sancionar). Captar una cuota muy alta de estos nuevos 500 MW por parte de un grupo que ya tenga mucha generación, o que esté en una especie de cártel u oligopolio, podría tener su sentido. No parece el caso del ganador de la subasta. Pero si fuese así, veríamos subir el precio del pool en un futuro y sin explicación clara. Y no sería fácil de detectar. Además, hay que tener en cuenta que el sector eólico ahora mismo, a precios de pool, no es rentable, y lo lógico es que el pool subiese algo para alcanzar el equilibrio en el que los generadores ganan dinero (sin pasarse). Y ello contando también con una bajada de precios de aerogeneradores.

8. ¿Y si querían eliminar competencia?

Quizá sus parques son extremadamente rentables, con costes mínimos y un recurso eólico de oro. Podrían ejecutarlos a pool, sin subvención, y lo único que querían en esta subasta era restar opciones a otros promotores. Es una hipótesis que no veo cómo descartar. Casi el único coste de esta maniobra sería el 0,17 €/kW de haber ganado la subasta. Un precio muy bajo para el gran freno a a la competencia que habrían logrado. Con esta hipótesis lo que de verdad se pierden son amigos.

9. ¿Y si se trata de estar en el selecto grupo de las instalaciones bajo protección del Gobierno?

Al ganar la subasta han pasado a pertenecer a dicho selecto grupo, pero han renunciado a la ayuda económica. Quizá en el futuro haya ventajas. O quizá no. Y mientras tanto hay que mantener y costear avales millonarios y poner en marcha mucha potencia eólica antes de 4 años. ¿Merece la pena el coste por una indefinida esperanza de ventaja competitiva en un futuro indeterminado?

10. ¿Y si son más listos que los demás?

Puede ser. Y si esta es la hipótesis válida, al ser más listos que yo, es obvio que no puedo explicarla.

Y más allá del futuro de los ganadores, pero más acá del presente del resto del sector, caben otras reflexiones:
Es evidente que el resultado de esta subasta no refleja los costes del sector. La subasta ha sido marcada totalmente por prácticamente un solo participante. No cabe sacar conclusiones de la rentabilidad que está dispuesto a aceptar el sector. Además de que esta primera subasta era muy especial por el efecto tapón de años de moratoria, por la «retención de gases» durante años que mencionaba al principio de este artículo (y no, no iré más allá con esta metáfora). A día de ayer ningún Excel (que todo lo soporta) era capaz de brindar una rentabilidad positiva para la construcción de un parque eólico en España sin ningún tipo de ayuda económica. Bien es verdad que Microsoft cada poco saca actualizaciones del Excel. Bueno, y que a los fabricantes de aerogeneradores no les resulta agradable el apestoso aliento de la presión en la nuca.
Es un claro éxito (a todas luces inesperado) para Soria y su equipo a nivel de comunicación pública y defensa de su política, y supongo que de lo único que puede estar arrepentido es de no haber resuelto la subasta con tiempo de beneficiarse de la noticia en campaña electoral. Pero insisto en que esta primera subasta, máxime con la intervención de un participante en concreto, no es para generalizar. Pero, si es un éxito para el Ministerio ¿por qué, aunque ya no haya campaña electoral, apenas dicen nada? Es evidente que el Ministerio no esperaba esto, pero ¿qué le hace guardar tanto silencio?

Y lo que no se puede negar es que esta subasta ha vuelto a recordarnos la falta de cooperación que impera no ya entre los españoles, si no entre la raza humana en general cuando se trata de competir por el vil metal. Tras toneladas de tinta vertidas en contra del recorte de las ayudas para nuevas inversiones, las mismas manos, acaso enfundadas en los guantes del anonimato de las pujas, se lanzan a obtener la ayuda ofrecida por el Gobierno para, una vez lograda, gritar «¡si no es para mí, no será para nadie!», y lanzarla al río.

Para hacérnoslo mirar.

 

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