Editorial de las Breves de abril.- Desde la Fundación Renovables, estamos muy satisfechos de formar parte, desde el pasado mes de marzo, de REN21, destacada red mundial de políticas en energía renovable que conecta a un gran número de actores, desde gobiernos, a universidades, ONGs y organizaciones como IRENA, AIE o el Banco Mundial. Valoramos de forma muy positiva el trabajo de esta red en la investigación, divulgación y creación de espacios de debate, tan necesarios, ya que sólo mediante la plena comprensión de los retos y del camino para afrontarlos, los gobiernos podrán adoptar las políticas correctas y los incentivos financieros para acelerar el ritmo de despliegue para lograr los objetivos climáticos. Sobre todo teniendo en cuenta que, en un escenario internacional en el que Estados Unidos parece haber enterrado la lucha contra el cambio climático, la colaboración internacional, la cooperación entre países y la unificación de esfuerzos va a ser determinante.
En los últimos días hemos visto cómo Donald Trump ha desmantelado la planificación medioambiental impulsada por la anterior Administración con la que se pretendía reducir la dependencia de energías contaminantes e impulsar el mercado de las renovables. EEUU se despoja así de las principales herramientas que le permitirían cumplir con los objetivos a los que se comprometió cuando firmó el Acuerdo de París.
En este contexto crítico, son el resto de potencias mundiales, como Europa y China, las que están llamadas a seguir adelante y liderar la batalla contra el cambio climático con la determinación que el desafío requiere. Si bien la Unión Europea ha liderado las políticas climáticas hasta ahora, en vista de las poco alentadoras perspectivas, estos esfuerzos son insuficientes y necesitan ser redoblados. Tal y como apuntaba la Comisión Europea en un estudio de finales de 2016, con las políticas actuales, en 2030 las emisiones totales de la UE se situarán un 26% por debajo de las de 1990, es decir, 14 puntos por encima del objetivo acordado en París.
En el caso de España, esta ambición debe aumentar especialmente. Según el baremo elaborado recientemente por la organización Carbon Market Watch y Transport & Environment, España figura en el furgón de cola de la Unión Europea en el índice del «esfuerzo compartido de regulación» ante el cambio climático. Nuestro país se posiciona en el puesto 21 de un total de 27. Pero hay muchos más datos que apremian a España a dar un giro en su política energética y a dejar de dar tímidos pasos, forzados por lo que dictan las directivas europeas, para pasar a liderar una verdadera política energética, mucho más ambiciosa responsable, coherente y comprometida con los desafíos climáticos. En contradicción con la trayectoria del resto de Europa, donde el consumo de energía primaria y las emisiones de gases de efecto invernadero se han estabilizado, España aumentó las emisiones de CO2 un 16 % solo en 2015, un dato directamente relacionado con el aumento del 20% en el consumo de carbón durante ese mismo año.
Es hora por tanto de que España abandone esta política desnortada y se sume al compromiso internacional en la lucha contra el cambio climático, desde Fundación Renovables seguiremos trabajando, y ahora con más fuerza junto a REN21, para que este objetivo sea una realidad.