El Gobierno ha vuelto a dar marcha atrás sobre sus propios pasos. Cuatro meses después de considerar el ahorro de energía como algo importante, ahora resulta que ya no lo es y la primera medida de ahorro de las 20 que contenía el plan de Sebastián aprobado en Consejo de Ministros se ha quedado en nada. Ahora toca, de nuevo, cambiar las pegatinas en todas las carreteras de 110 a 120 km/h. Es la política llevada al ridículo y toda una parábola del despilfarro energético de España.
La decisión es un doble error. En primer lugar, porque realmente el petróleo no ha bajado; lo que ha sucedido es que ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo en la OPEP para cubrir el petróleo que ha dejado de producir Libia, para bajar los precios de forma coyuntural, la AIE, Estados Unidos y la propia España, han sacado millones de barriles de sus propias reservas de seguridad de abastecimiento al mercado. Es pan para hoy y hambre para mañana, o lo que es lo mismo, el petróleo seguirá subiendo y el ahorro que no hagamos ahora de combustibles fósiles que debemos importar a precios cada vez más caros, será una losa para que llegue la ansiada recuperación de nuestra economía. Pero no solo se ha ignorado este hecho sino que se comete un segundo error, como es el nefasto mensaje que se envía a la sociedad y a los consumidores, dando a entender que en realidad la gasolina es abundante y barata. Una señal de incompetencia o un suicidio, según se mire.
El Consejo de Ministros se debería haber leído antes el último informe anual del Banco de España, ése al que el Ministro Sebastián criticaba porque nunca hablaba de energía. En ese informe se confirma que el encarecimiento del petróleo va a retrasar la recuperación económica, deteriorando las cuentas públicas por la alta dependencia energética y la falta de competencia en la distribución de los carburantes, denunciada en solitario por la CNC. En lo que llevamos de 2011 las importaciones de gas y petróleo se han encarecido más de un 38% sobre 2010 y de seguir así costarán 15.000 M€ más cuando acabe el año. Esto quiere decir que de no hacer nada por reducir el consumo de petróleo, la economía tendrá más déficit comercial, más inflación, más subidas de tipos de interés y más deuda por carecer de una política energética definida en torno a reducir la dependencia energética y las emisiones de CO2. El mensaje que se lanza, por el contrario, es que consumamos más petróleo que nos lo regalan. Porque a más velocidad más consumo y a menos velocidad más ahorro. Así de sencillo.
En diciembre de 2009, el Presidente Zapatero en la Cumbre de Copenhague contra el cambio climático, anunció el fin de la era del petróleo y del carbón para entrar en la de las renovables. Y manos a la obra, desde entonces, ha aprobado nuevas ayudas al carbón y al gas, ha frenado el crecimiento de las renovables con recortes de objetivos y toda clase de incertidumbres regulatorias, y ha dejado en el tintero sus planes de ahorro de energía. Todo un ejemplo de incoherencia y falta de convicciones.
Esta decisión de volver a los 120 km/h solo es el síntoma revelador de cuatro años perdidos y sumidos en la indefinición permanente del modelo energético que queremos, diciendo una cosa y haciendo la contraria sin ninguna explicación y con una falta absoluta de visión estratégica sobre cuáles son los principales problemas de nuestro modelo energético. La alta dependencia energética, nuestra mayor intensidad energética y nuestras descontroladas emisiones de CO2 son un cuello de botella para nuestro crecimiento económico ante el que no se ha querido actuar y ni siquiera reconocer su extrema gravedad. Y estos tres malos ratios energéticos sólo han empeorado en los últimos veinte años porque la Política ha fallado en la definición de un nuevo modelo energético.
A los pocos días del nombramiento del Vicepresidente del Gobierno, una persona que manda mucho en otra fundación nos dijo que si las renovables lo teníamos difícil con Sebastián peor nos iba a ir con Rubalcaba.
El Sr. Vicepresidente me ha recordado una vieja canción de un cantante brasileño, Roberto Carlos, que hablaba de 120, 150, 200 km/h. Una bonita canción de amor…a la gasolina.