La quema de gas, una práctica que consiste en incinerar el gas asociado con la extracción de petróleo, sigue siendo un problema global persistente que impulsa las emisiones de metano y acerca al planeta a puntos de inflexión potencialmente irreversibles.
A pesar de la introducción de observaciones directas de la quema de gas desde satélites hace más de 15 años y de los compromisos globales destacados en la década de 2010 para reducir esta práctica dañina y derrochadora, los productores de petróleo y gas continúan quemando gas a niveles alarmantes.
Un nuevo informe de Clean Air Task Force (CATF), revela el verdadero alcance de las emisiones por quema de gas de diez grandes compañías petroleras internacionales (IOC, por sus siglas en inglés). Por primera vez, el informe combina observaciones satelitales con datos detallados de activos y propiedad proporcionados por Rystad Energy para contabilizar la quema tanto en activos operados como no operados, ofreciendo una comprensión más completa del impacto ambiental de la industria y su capacidad para erradicar la quema de gas definitivamente.
Con el lanzamiento este año de dos nuevos satélites para el seguimiento del metano, la comunidad internacional tiene una oportunidad —y una urgencia imperante —de aprovechar los nuevos datos para garantizar que los compromisos de reducción de metano no caigan en la trampa de objetivos incumplidos, como ha ocurrido con los compromisos de eliminar totalmente la quema rutinaria. A medida que los líderes mundiales se reúnen para la COP29, este informe subraya el papel crítico tanto de las acciones voluntarias como de las regulaciones en avanzar hacia la eliminación de la quema de gas y la reducción de las emisiones de metano.
Esto es lo que debes saber sobre la quema de gas global y cómo detenerla:
1-La quema de gas desperdicia recursos y daña a las personas y al clima.
La quema de gas es un proceso utilizado por la industria petrolífera y gasista para incinerar el gas excedente producido durante las operaciones, especialmente cuando capturarlo o transportarlo no es económicamente viable o rentable. Este proceso libera dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero principal, a la atmósfera. También genera una combustión incompleta de metano, un gas con más de 80 veces el potencial de calentamiento del dióxido de carbono en un período de 20 años. Reducir la quema de gas es, por lo tanto, esencial para mitigar el cambio climático en nuestra generación. Más allá de los impactos climáticos, esta práctica supone riesgos significativos para la salud humana al emitir contaminantes peligrosos, como partículas, óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles.
2- La mayoría de las empresas informan sobre ingresos, pero omiten fuentes clave de emisiones
La industria petrolera y gasista opera a través de una red compleja de activos, que pueden clasificarse como operados o no operados. Los activos operados son aquellos donde una empresa supervisa directamente las operaciones diarias, mientras que los no operados son proyectos donde una empresa tiene una participación financiera pero no gestiona las operaciones diarias.
Todas las compañías petroleras y gasistas son responsables de la quema de gas en los activos de los que obtienen ganancias, incluso si no son los operadores. Sin embargo, los compromisos para reducir la quema, como la Iniciativa de Cero Quema Rutinaria (ZRF) del Banco Mundial, en su mayoría no se aplican a los activos no operados, y las emisiones de estos activos están ampliamente ausentes en los informes de sostenibilidad corporativa.
Mediante observaciones satelitales y datos detallados de propiedad, el informe atribuye los volúmenes de quema a cada empresa según su porcentaje de participación en los activos, proporcionando una representación más precisa de su verdadero impacto.
3- Diez empresas internacionales pueden influir en casi el 40% de las emisiones globales por quema de gas
Colectivamente, estas diez compañías —BP, Chevron, ConocoPhillips, Eni, Equinor, ExxonMobil, Occidental Petroleum, Repsol, Shell y TotalEnergies— son responsables del 7% de la quema global de gas. En 2023, esto equivalió a aproximadamente 10 mil millones de metros cúbicos (bcm) de gas, suficientes para satisfacer la demanda de Noruega y Austria juntas. Al incluir los activos no operados, las estimaciones de emisiones de estas empresas se duplican, con más de la mitad de este volumen proveniente de activos no operados.
Además, estas empresas tienen la capacidad de influir directamente en el 15% de la quema global total al considerar los activos en los que han invertido capital. Indirectamente, podrían influir hasta en el 40% de la quema global a través de sus relaciones financieras y operativas con empresas nacionales de petróleo y otros socios.
4- Debemos ir más allá del objetivo de cero quema rutinaria y reducir toda la quema
Las compañías analizadas se han comprometido a poner fin a la quema rutinaria para 2030 como parte de la iniciativa ZRF del Banco Mundial. Sin embargo, solo el 30% de la quema realizada por estas empresas en 2022 se clasificó como rutinaria. Esto significa que, incluso si cumplen este objetivo, el 70% de la quema “no rutinaria” podría seguir sin abordarse, poniendo en peligro la meta de la Agencia Internacional de Energía de una reducción global del 95% para 2030.
Centrarse únicamente en el “cero quema rutinaria” ya no es suficiente. Es crucial elevar la ambición para eliminar casi toda la quema no esencial, tanto rutinaria como no rutinaria, en los activos petroleros y de gas a nivel mundial. Las empresas analizadas tienen una influencia desproporcionada para lograr esto mediante sus asociaciones y recursos técnicos y financieros, especialmente ayudando a empresas con menos recursos en países de ingresos bajos y medianos.
La quema de gas es un gran problema, pero tiene solución. Aunque los esfuerzos existentes para capturar y reutilizar el gas son encomiables, el ritmo de estos proyectos debe acelerarse drásticamente para abordar la magnitud del problema a nivel global.