Artículo de Javier García Breva para la Columna de la Fundación (Boletín de Octubre).
El Gobierno acaba de tomar una decisión que supone el paso previo a la eliminación de las primas a las renovables. Llevar las renovables a los Presupuestos Generales del Estado supone convertirlas en gasto público y como tal susceptible cada año, previo debate parlamentario, de modificarse o de desaparecer como tal gasto público. Pero aún puede ser peor, supone también sacar a las renovables del debate energético al colocarlas fuera del sistema. La inseguridad regulatoria se lleva al máximo para que a nadie se le ocurra invertir en renovables que pasan a ser objeto de decisiones exclusivamente políticas como son los PGE de cada año. Nos queda Europa, porque esta medida va contra toda la normativa de la Unión Europea.
Si en enero se decretó la moratoria sine die para las futuros proyectos renovables, si en marzo se eliminaron los fondos para ahorro y eficiencia energética, si en octubre se rechazó la nueva directiva de eficiencia energética, ahora el Gobierno acaba con el sistema de primas a las renovables que ha sido el motor de la rápida maduración de las tecnologías limpias en todo el mundo.
Hay un hilo conductor en todas las decisiones del Ministro Soria y es cómo hacer desaparecer el ahorro de energía y las renovables de la política energética. La crisis ha provocado una constante reducción del consumo de energía y los ingresos de las eléctricas se han visto disminuidos en cerca de 1.000 M€ cada año. Culpar a las renovables de este hecho es un análisis tendencioso y falso. Una vez suprimidos los costes de las renovables seguirá subiendo la luz y creciendo el déficit tarifario. La causa verdadera es el carácter oligopolísitico y la falta de competencia de nuestro mercado energético que hace del actual modelo energético el más caro posible por la elevada dependencia e intensidad energéticas. Pero eso no se toca.
Atacar las renovables es una salida en falso también para la competitividad de nuestra economía. Seguir manteniendo una cuota tan elevada de consumo de combustibles fósiles e importados del exterior solo conducirá a futuras crisis por su carácter inflacionista, la volatilidad de sus precios y los problemas de seguridad de suministro. Ese escenario es el que hay que cambiar con más ahorro y eficiencia en todos los usos de la energía y más renovables. Eso es evidente que choca con los intereses oligopolísticos del sistema pero supone abrir paso a políticas de estímulo al crecimiento económico y al empleo. ¿Pero a quién le preocupa el empleo? Por eso defendemos el cambio de modelo energético vinculado directamente al cambio de modelo de crecimiento económico.