Demasiadas veces en nuestro país el debate sobre el modelo energético se limita a una elección de tecnologías, a discutir las cualidades de unas y otras o, simplemente, a dirimir cuál deber ser el ritmo de la modificación de nuestro mix energético, ritmo que por cierto siempre será todo lo lento que los intereses establecidos logren imponer. Desde la Fundación Renovables abogamos no solo por un acelerado desarrollo de las energías renovables, que también, sino por un cambio radical (sí radical, sin ningún miedo a lo que supone este término) en la manera de relacionarnos los ciudadanos del siglo XXI con la energía. Hablamos de una nueva cultura de la energía, de un nuevo acercamiento a los recursos de los que la obtenemos, de priorizar la racionalidad de los servicios que nos presta para minimizar su uso, y hablamos de una visión “que está más ligada a la ética que a la economía, al futuro que al presente, a la urgencia que a la complacencia”.
Es obvio que cuando la sociedad se enfrenta a la amenaza de un cambio climático que a diario llama, y cada vez con más fuerza, a nuestra puerta los condicionantes del modelo energético actual frente a esta realidad constituyen la primera de las motivaciones para movilizarse. Es cierto también que cuando se penetra en el conocimiento de los flujos y magnitudes económicas de los recursos convencionales, fundamentalmente los combustibles fósiles, y si lo haces desde los valores de la ética, pensando en el futuro y sin complacencia, la única conclusión posible es que el actual modelo energético es de nuevo insostenible, por la pérdida de soberanía de los países que tienen que importarlos, por la factura energética que tienen que afrontar para disponer de ellos, por las tensiones internacionales que provoca la lucha por su control o por la inestabilidad que su volatilidad genera en la economía mundial y en la de cada uno de los países.
Pues bien, siendo importantes estos dos elementos (incidencia en el cambio climático y dependencia) no lo es menos el tercero que nos anima a no decaer en esta desigual lucha por el cambio de modelo energético: la democratización de la energía. Estamos hablando de un bien básico, con un impacto directo en la calidad de vida de los habitantes de este planeta, con efectos en nuestro ecosistema y que condiciona el desarrollo de personas y naciones. Demasiadas cosas importantes como para que sigan en manos, como hoy lo están, de grandes corporaciones que anteponen sus intereses financieros a cualquier otra consideración, ajenos a los retos anteriormente apuntados.
Democratizar la energía es darle la vuelta a la pirámide en la que la oferta (las grandes corporaciones) aplasta a la demanda (los ciudadanos) en una relación que nos convierte en consumidores cautivos o que condena a las naciones pobres a permanecer en su precariedad. Algo más de una cuarta parte de la Humanidad no tiene acceso a la energía más allá de una biomasa primaria, casi un tercio de la Humanidad tiene un acceso muy limitado y lejos de los estándares con la que la disfrutamos el resto en nuestro mundo desarrollado en el que sin embargo aumentan cada día los índices de pobreza energética.
Democratizar la energía es potenciar un modelo que permita el acceso a la misma de las naciones más desfavorecidas. Democratizar la energía es convertir a los consumidores de hoy en productores, gestores y ‘usuarios’ de la energía. Democratizar la energía es posible porque los recursos renovables son muy diversos y están repartidos por todo el mundo. Democratizar la energía es viable porque la tecnología para hacerlo está a nuestro alcance y con unos costes que siempre mantendrán la tendencia a la baja y más cuanto más se usen, todo lo contrario que los recursos fósiles.
Democratizar la energía es necesario porque esa transición al nuevo modelo energético fundamentado en el ahorro, la eficiencia y las renovables conlleva un cambio de paradigma económico más cercano a los ciudadanos, más descentralizado, más justo y solidario.
Sergio de Otto
Secretario General de la Fundación Renovables
Los ciudadanos unidos en la Fundación Renovables creemos en una sociedad fortalecida para el cambio a un nuevo modelo energético sostenible a través del ahorro, la eficiencia energética y las energías renovable ¡ÚNETE!