En las ciudades habita ya más de la mitad de la población mundial y en el 2050 supondrá el 70% de la población, un crecimiento provocado no tanto por las oportunidades y por las condiciones de vida más saludables sino por la precariedad del medio rural. Este porcentaje del 70% ya se ha alcanzado en la actualidad como media de los países que configuran la Unión Europea.
La ciudad se ha ido transformando desde una configuración idónea, en lo que debería ser el acceso a bienes y servicios que otras estructuras más pequeñas no podían aportar, hasta convertirse en un entorno de supervivencia, un sumidero de bienes cada vez más escasos (energía, agua, disponibilidad de terreno…), un centro de generación no controlada de residuos y de emisiones.
En la actualidad el consumo urbano supera el 70% del consumo de energía mundial, con procedencia externa a la ciudad, lo que supone no solo la necesidad de disponer de infraestructuras de abastecimiento que permitan transportar la energía necesaria sino también una pérdida de visión al no tener referencia real de las consecuencias en origen de la extracción, transformación y distribución de la energía consumida.
En lo que respecta a las emisiones, el 75%, -de origen mayoritariamente de carácter energético- se producen ya en el medio urbano a pesar de que la superficie ocupada no supera el 2%.
Desde una perspectiva de escasez de recursos y de un crecimiento continuo del tamaño, la ciudad por crecimiento demográfico, como ecosistema complejo, se enfrenta a la necesidad de adaptación a la realidad actual y futura de la energía, con la necesidad imperiosa, además, de recuperar su funcionalidad para cubrir las mínimas necesidades vitales.
Esta situación convive además con la aparición de un fenómeno definido como “pobreza energética” que en un país como España alcanza ya a más de un 10% de la población que no dispone de medios económicos para poder sufragar los gastos de su factura energética básica y que se está convirtiendo en un elemento acelerador de la muerte anticipada de una población que supera con creces las 2000 personas/año (Estudio Pobreza Energética. Asociación de Ciencias Ambientales). Cifra absolutamente preocupante no solo por su tamaño sino también por la más absoluta despreocupación de las instituciones sobre todo si se la compara con la dedicación de medios a otros sucesos catastróficos (Ej.-los accidentes de circulación, 1300 personas muertas/año,…).
Rediseñar el modelo
En materia energética es necesario rediseñar el modelo energético actual definido en base de una supuesta disponibilidad ilimitada de fuentes de energía como a una capacidad de absorción infinita de las consecuencias medioambientales que su uso indiscriminado genera.
El desarrollo de un modelo más sostenible sobre la cobertura de las necesidades energéticas debe formar parte de una concepción de las ciudades más centradas en recuperar por parte de las personas que viven en el medio urbano el papel de ciudadano frente al de consumidor, dándoles capacidad de actuación y decisión, en un entorno abierto y con reglas de juego transparentes, para que puedan gestionar sus necesidades energéticas y como las quieren cubrir.
Es importante destacar de nuevo la necesidad de cambiar de un modelo energético como el actual en el que la disponibilidad de oferta de energía es inagotable y capaz de cubrir cualquier necesidad energética por irracional que sea frente a un modelo que debe estar enfocado desde el punto de vista de la capacidad de gestión de la demanda, con un doble objetivo:
- Su minimización.
- Su adaptación a la oferta de energía disponible en cada momento. Las Energías Renovables como base de la oferta de energía futura tienen una alta aleatoriedad energética lo que requiere disponer de una demanda flexible sino se quiere sobredimensionar y por tanto encarecer el sistema.
Este modelo debería estar basado en 6 ejes de desarrollo, que deben configurar la base de un nuevo comportamiento tanto de los ciudadanos como de las instituciones para conseguir una ciudad con una gestión energética sostenible y responsable con el entorno no urbano:
- Electrificación de la demanda.
- Generación de energía en consumo en base a fuentes de energía renovable
- Uso racional de la energía: eficiencia y ahorro energético.
- Desarrollo urbanístico y movilidad.
- Incorporación de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC)
- Incorporación de políticas de apoyo e instrumentos