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Borrador de "Planificación energética indicativa" o como dejar morir las renovables

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Hoy hemos conocido que, según el borrador del documento de “Planificación energética indicativa” elaborado por el Ministerio de Industria para acompañar a la Ley de Economía Sostenible,  España no necesitaría añadir más potencia eléctrica durante esta década. Coincide este planteamiento con el que se ha incluido en el resumen del borrador del PER 2011-2020, recientemente presentado, que traduce el mix energético aprobado por la Subcomisión de Industria del Congreso en diciembre pasado y que deja el crecimiento de las renovables limitado a los proyectos que ya están incluidos en el prerregistro del Ministerio hasta 2012-2013 y a los aprobados en los concursos de las CCAA.

Se trata, pues, de dejar a las renovables en una senda de crecimiento tendencial que no modifique sensiblemente el mix actual.

Curiosamente es lo mismo que ha venido a decir el Presidente de Iberdrola estos días para advertir que los españoles pagarán más por la luz si no se deja de introducir más renovables. En la primera reunión de Ministros de Energía de la Comisión Europea, después de las explosiones de los reactores nucleares de Fukushima, el Ministro de Industria español pidió más ayudas al carbón como única fuente autóctona para sustituir la disminución de la producción nuclear y ya se anuncian nuevas ayudas para el gas.

La conclusión de todo esto es que se está estableciendo un consenso para mantener el mix convencional, basado en el carbón, el gas y la energía nuclear, y frenar un mayor desarrollo de las fuentes renovables por lo menos hasta 2020.

Todo estaría bien si ese mix convencional fuera tan barato, limpio y seguro como defienden las eléctricas, el Ministerio y hasta los diputados del Congreso. Pero pasan por alto que las importaciones de gas y petróleo, nuestra mayor intensidad energética para producir nuestros bienes y servicios, y nuestras emisiones de gases de efecto invernadero suponen para los consumidores españoles un coste diez veces superior al coste que pagan por las renovables.

Las importaciones de hidrocarburos, 45.000 M€ en 2010, representan dos terceras partes de nuestro déficit comercial,  a lo que hay que añadir el efecto inflacionista en todos los precios provocado por el alza del crudo y del gas y por la falta de competencia  en el sector petrolero y eléctrico, denunciada insistentemente por la Comisión Nacional de la Competencia.

El mix convencional supone una permanente amenaza para nuestra economía porque el déficit comercial daña la Renta Nacional y la inflación deteriora la renta disponible, o lo que es lo mismo, el consumo necesario para reactivar la economía.

Pero ese consenso también se olvida de que los objetivos de la política energética, a los que se ha comprometido España como miembro de la Unión Europea, nos obligan a fomentar una economía baja en carbono con un mayor consumo de renovables a través de marcos regulatorios estables para dar seguridad a las inversiones.

Y a eso se comprometió el Gobierno de España en el Consejo Europeo de marzo de 2007. Hoy se puede ver con estupor cómo el CO2 ha desaparecido de la agenda política y económica, el ahorro de energía no deja de ser un eslogan para ver en los partidos de la selección nacional de fútbol, y no se dejan de levantar nuevas barreras administrativas, técnicas y económicas para frenar el crecimiento de las fuentes renovables.

Frente a ese consenso que sólo pretende optimizar el beneficio de unas pocas empresas, que pasa por alto las dificultades de suministro y los elevados precios futuros del gas y del petróleo, que olvida que si fueran tan exigentes con las nucleares como lo son con las renovables las deberían de cerrar todas, que en sus balances no tienen en cuenta el enorme coste social y económico de las emisiones de CO2 y que nos ocultan que el mayor consumo de energía  impide la competitividad que necesita nuestra economía, hay que lanzar un nuevo consenso a favor de las energías renovables como la fuente de energía cuyo consumo masivo reduce las importaciones energéticas, reduce las emisiones de CO2 y favorece las tecnologías y las prácticas de ahorro y eficiencia energética.

Las renovables son el eslabón imprescindible para una economía basada en la innovación tecnológica y en el uso racional la energía. Las renovables implican otra cultura y otra economía y será desde la sociedad desde donde mejor se construya ese nuevo consenso.

 

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