¿Sabes algo de las reuniones internacionales celebradas en París en diciembre del año pasado en relación con el cambio climático? No me digas que no, teniendo en cuenta el (interesado) despliegue de políticos y medios de comunicación para vestir los acuerdos alcanzados como un gran triunfo de la diplomacia mundial. ¿Qué sigues sin saber de qué va? No me extraña: De eso se trata, de despistar a los ciudadanos y seguir favoreciendo a los grandes intereses económicos mundiales en perjuicio de nuestro medio ambiente. Bueno, pues voy a tratar de darte algunas pinceladas.
Esta reunión de París congregó a representantes de hasta 196 países, además de ONGs de todo signo (hasta 50.000 asistentes), para analizar durante dos semanas la situación actual del planeta enfrentado a una de sus mayores crisis, el cambio climático, denostado y denegado durante mucho tiempo y hoy mayoritariamente aceptado como un hecho provocado por la acción del hombre.
La anterior reunión sobre el tema celebrada en Copenhague en 2009 había acabado en caos y recriminaciones. Los acuerdos alcanzados fueron muy pobres, los compromisos adquiridos prácticamente inexistentes y todo había quedado a expensas de una posterior discusión política entre Barack Obama y Wen Jiabao, el premier chino. Las reducciones de emisiones planteadas fueron poco ambiciosas y se anularon las referencias al límite de 1,5 ºC de elevación de la temperatura global y a la reducción del 80% de las emisiones globales en 2050.
Se comprende en parte así la euforia resultante de la reunión de París donde, al menos, los responsables fueron capaces de presentar al mundo una serie de acuerdos compartidos por todos los países allí representados. En París se acordó que todos los países deben limitar sus emisiones a niveles seguros, para incrementos de temperatura máximos de 2 ºC y deseables de 1,5 ºC. También se aprobaron revisiones periódicas para verificar los compromisos y ayudas a los países con menos recursos o que sufran los mayores efectos del cambio climático.
Sin embargo, hay consenso científico en que las acciones propuestas no podrán evitar que se alcancen incrementos de temperatura de 2,7 – 3,5 ºC y que ello dé lugar a efectos catastróficos en forma de sequías, inundaciones, olas de calor y subidas del nivel del mar. Además, los acuerdos no son de obligado cumplimiento ni hay sanciones previstas para los que no los respeten. En fin, poco más que un canto al sol, muy publicitado, eso sí.
Y eso que la solución al problema es muy, muy sencilla: drástico abandono de la quema de todas las fuentes de energía de origen fósil (petróleo, carbón y gas) y apuesta decidida e inaplazable por fuentes de generación de origen renovable.
El 12 de diciembre de 2015 pudo ser una fecha histórica para políticos y diplomáticos, pero es muy dudoso que pase a la Historia como el día en que la Tierra dio un verdadero vuelco frente al cambio climático. El tiempo nos lo dirá.