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"El papel de las empresas y la sociedad en la transición energética y la lucha contra el cambio climático"

domingo jiménez beltrán
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Intervención de Domingo Jiménez Beltrán, presidente de la Fundación Renovables en el Foro ABENGOA Transición Energética.

Hay que recuperar a las empresas, las buenas, a los ciudadanos y también al Gobierno para la transición energética y con ella para la mitigación del cambio climático

Las empresas españolas que debían estar en el tema de la transición energética, unas, el oligopolio energético y eléctrico, están a otra cosa, a defender su posición dominante y sus inversiones en energías convencionales amenazadas por la transición energética (11.000 MW tienen ya FCF negativo en España según UBS) y otras, las que se han establecido para desarrollar y gestionar las tecnologías de la transición, han visto bloqueado su desarrollo y han sido desplazadas a otros mercados por la falta de predictibilidad e inseguridad jurídica de la inexistente política energética o más bien de la contra política energética actual.

Y la ciudadanía anda en general acomplejada por la complejidad con que se presenta el tema, que se refleja incluso en el recibo de la luz, extraviada por la manipulación de la información, desinformación y publicidad engañosa que presenta a las renovables como caras y responsables de los elevados costes de la electricidad y su generalización como no gestionable.

Y una parte de la ciudadanía, la que se ilusionó con la participación en un sistema energético sostenible e invirtió sus ahorros en fotovoltaica en sus tejados o en su pequeña propiedad agrícola se siente engañada y desincentivada por la inseguridad jurídica de cara a participar más activamente en nuevos desarrollos.

Y más aún, en estos momentos la ciudadanía más activa en temas energéticos se siente hasta amenazada de cara a las buenas prácticas que hoy ofrece la tecnología como por ejemplo en materia de autoconsumo, hoy penalizado de la forma más torticera que se pueda imaginar, amenazando desde julio de 2013 con Borradores de Reales Decretos llenos de malas prácticas (la Comunicación de la CE sobre Mercado Minorista publicada ayer lo muestra) y disposiciones legales (incluyendo multas jamás vistas) que vulneran la legislación comunitaria y hasta presumiblemente la Constitución, que han tenido un efecto más devastador incluso que si se hubieran aprobado porque al menos se hubieran podido recurrir.

La democratización energética y el empoderamiento energético de la ciudadanía pasa por una regulación que promueva, no penalice el autoconsumo, por eso el sector eléctrico se opone a tope.

 

El cambio climático como “Clímax para el Cambio”

El cambio climático nos ha cargado de razón para hacer lo que en cualquier caso había que hacer: cambiar el modelo energético y el modelo económico de producción y consumo hacia la sostenibilidad. Y además nos ha facilitado la Hoja de Ruta, con horizontes hasta 2050 e indicadores para logra más rápidamente este cambio de paradigma que hubiera llevado décadas.

La sostenibilidad energética como vector del cambio de modelo económico y con la mitigación del cambio climático como resultado solo será posible con la necesaria descarbonización exigida por la mitigación del cambio climático y que solo podrá alcanzarse con la necesaria desenergización y desmaterialización de la economía. La sostenibilidad energética puede actuar como dinamizadora del cambio de modelo económico y con la descarbonización como resultado.

El desafío no es tecnológico ni económico es simplemente político y de justicia. La era de los combustibles fósiles se acaba (lo mismo que la edad de Piedra) porque hay mejores opciones con ventajas técnicas, económicas, sociales y ambientales: las renovables.

 

La situación española es mala

El sistema energético español es insostenible (ineficaz e ineficiente, intenso en carbono, muy dependiente y vulnerable) sin perspectivas de mejora (no hay escenarios horizonte ni plan de transición energética) que no sean las que ofrecen los escenarios y Hojas de Ruta de la UE.

La política energética española esta desnortada y desgobernada (basta aplicar los cinco principios de la gobernabilidad: políticas eficaces, eficientes y coherentes, con información y participación pública y rendimiento de cuentas), marcada por los intereses de los oligopolios energético y eléctrico, y este último confundiéndose de enemigo, que no son las renovables sino los combustibles fósiles ya que el futuro es fundamentalmente eléctrico y con renovables.

 

El margen de mejora en España es enorme

A juzgar por el potencial que se concreta en las propuestas de la Fundacion Renovables para el horizonte 2030, tanto en materia de eficiencia energética (hasta un 40% de reducción de la demanda en 2030. Un 70% sin coste y el resto a coste asumible según evaluaciones realizadas) como en el desarrollo de las renovables (hasta un 80% de generación eléctrica en 2030 en un sistema crecientemente electrificado) que España puede liderar como ya mostró anteriormente, con la consiguiente reducción del orden del 45% de las EGEI.

 

La oportunidad es ahora, 2015

Los cambios ya producidos a nivel municipal y autonómico y el cambio de Gobierno esperado y deseable energéticamente (el Gobierno actual, como lo hizo en su segunda legislatura el anterior, sirve a los intereses dominantes de los oligopolios energético y eléctrico) a nivel nacional (con toda la oposición dispuesta a derogar el marco regulador del Sector Eléctrico, del autoconsumo…, que posibilitaría un Pacto de Estado) junto con la posible evolución favorable de la Unión Energética a nivel de la UE hacia una Política Común y mayores exigencias resultantes de la COP 21 de Paris, ofrecen la oportunidad para el cambio energético en España y configurar una transición energética hacia la sostenibilidad.

 

El papel de las empresas y de la sociedad va ser determinante

Va a ser clave para propiciar y configurar el cambio de política energética y para aplicarla y revisarla en el marco de un posible Pacto Político y Social por la Energia y la mitigación del cambio climático.

Será clave el papel de las empresas, tanto energéticas como de otros sectores, interesadas en ser parte de un escenario energético y económico sostenible y con futuro, no las actuales empresas Energéticas y Eléctricas empeñadas en la defensa de su posición dominante y de sus intereses ligados al modelo actual, a no ser que cambien o se les obligue a cambiar.

Y será clave una sociedad bien informada y participativa (“nueva cultura de la energía”) hoy intencionadamente desinformada con campañas mediáticas y publicitarias interesadas.

Serán determinantes:

  • Para exigir al estamento político y a los nuevos gobiernos municipales, autonómicos y sobre todo nacional, un Pacto de Estado para el cambio de la política energética y participar en su configuración y en el de los necesarios horizontes 2030-2050, que permitan establecer la ineludible transición energética y dar la necesaria predictibilidad, seguridad jurídica e incentivos a las empresas, hoy inexistente, y un marco regulador que permita la participación activa de los ciudadanos y de sus formas de organización como usuarios y consumidores o “prosumidores” mediante el autoconsumo.
  • Para contribuir desde sus intereses y capacidades a la puesta en práctica de las nuevas políticas y beneficiarse de las mismas como agentes de la sociedad civil, contribuyendo como empresarios a la optimización de la oferta energética ( generadores o suministradores de equipos generadores) y racionalización de la demanda (gestores o consumidores de energía) o como ciudadanos dentro de nuevos esquemas energéticos que implican una democratización de la energía y un empoderamiento energético de los usuarios en esquemas de autoconsumo, hoy bloqueados por el Gobierno por su conflicto con intereses del oligopolio eléctrico.

Domingo Jiménez Beltrán en el Focus Abengoa

 

Nuevas formas de organización

Para propiciar el cambio

El entreguismo y pasividad de la sociedad en materia energética resultado del dominio de los medios por los grupos de interés y el seguidismo del Gobierno hay que romperlo mediante la potenciación de capacidades independientes que propugnen una Nueva Cultura de la Energía que dista mucho de la establecida por estos grupos de interés.

Una Nueva Cultura que vaya alimentando los nuevos sistemas de información y comunicación en las redes sociales que permitan al usuario y ciudadano en general ser consciente de su poder, del “empoderamiento” que significa para la sociedad una democratización de la energía facilitada por la generación distribuida basada en las renovables, algunas de las cuales son ya tan accesibles tecnológica y económicamente que se han llegado a llamar “tecnologías asesinas” por su poder para arrasar las tecnologías obsoletas basadas en los combustibles fósiles y ante las cuales los grupos de interés se han organizado en aguerridos lobbies, como el conocido como “Magritte”, para frenar el imparable progreso del autoconsumo que convierte a los consumidores en “prosumidores” y ciudadanos plenos.

Las previsiones de generalización del autoconsumo basado en renovables a diez-quince años vista son tales que, junto a la contracción y reducción de la demanda energética (hasta el 40% en tres décadas), las redes eléctricas, si no se adaptan a la nueva situación, pueden perder progresivamente la energía que distribuyen, a pesar del peso creciente de la electricidad en la energía final, y entrar en lo que se ha llamado en California la “espiral de la muerte”.

Y hay que conseguir que esta Nueva Cultura se refleje en los intereses y demandas de los ciudadanos como usuarios, consumidores, ahorradores e inversores, que ya empiezan a diferenciar la energía según su origen, pasando de ser una “commodity” o producto no diferenciado, a ser un “brand” o producto diferenciado y con Premium, y consecuentemente se incorpore en los planes de negocio de las empresas y fondos de inversión, para no perder clientes o inversores (posible conversión de sus activos en “strand assets” o incluso en activos tóxicos), como ya lo hace, por ejemplo, el Fondo Soberano Noruego que no invierte en el sector de los combustibles fósiles o los bancos de negocios que como Barclays han rebajado en algunos casos la calificación de los créditos para la industria de generación eléctrica convencional.

La RSC es hoy mucho más que el Índice Dow Jones o recibir premios de puro marketing; es introducir el ineludible cambio de modelo energético en los planes a largo plazo, (dos o tres décadas / horizonte 2050), de las empresas sino quieren quedar obsoletos y descontados en 10 años, como puede ser el caso de los contratos de gas de fracking en EEUU de dos empresas eléctricas-energéticas españolas que llegan al 2036.

El cambio de modelo va a ocurrir más rápidamente de lo que desearían los que no lo quieren ya que no solo se nos acaba el tiempo sino que además el cambio solo tiene ventajas. La transición energética está ya en marcha a nivel global y de la UE por más que España ahora se resista. El Stow Global Coal Index que acoge activos en el carbón ha descendido un 70% en tres años. En la UE 70.000 MW de carbón y gas han cerrado en 5 años y 130.000 MW tienen FCF negativo según UBS. En 2014 más del 70% de la nueva potencia instalada de generación en la UE fue de renovables, casi 30.000 MW según EWEA 2014.

Y las empresas eléctricas y energéticas no deben olvidar que su reputación pública corre en estos momentos a la par que la de los bancos, por más anuncios “verdes” que pongan hasta en la prensa deportiva.

La Fundación Renovables es un ejemplo de estas capacidades necesarias para promover esta Nueva Cultura de la Energía (hay cada vez mas y ya son largas de enumerar), contando con propuestas de política energética a nivel municipal , estatal y comunitario y recientemente en materia de autoconsumo, que es hoy el logro clave a nivel español para conseguir romper la posición dominante de los oligopolios energético y eléctrico y propiciar la transición energética y conseguir de forma eficaz, eficiente y rápida contribuir decisivamente a la mitigación del cambio climático y ganar el futuro.

La Fundación Renovables está ultimando un proyecto con la Universidad Carlos III y otras partes que puedan estar interesadas, sobre mecanismos para introducir e incentivar a los ciudadanos en las buenas prácticas energéticas dentro del desarrollo de una Nueva Cultura de la Energía, siempre a la espera de que estas buenas prácticas no se penalicen como ahora.

 

Para la puesta en práctica de los cambios

Los cambios en los modelos energéticos van a exigir nuevas formas de organización de las empresas y de los ciudadanos dentro de nuevos modelos de generación, gestión y uso de la energía a nivel municipal, regional y estatal que podrán configurarse a través de sistemas de autosuficiencia energética conectada en viviendas, edificios, municipios o barrios que pueden llegar a municipalizar la red eléctrica, o regiones que pueden recuperar (reversión de la titularidad pública) centrales hidráulicas incluso reversibles y gestionar, dentro de sus competencias, los sistemas energéticos para asegurar el acceso a energías sostenibles y a todos los ciudadanos sin exclusión.

Estas formas de organización pueden ser económicas (cooperativas de generación, distribución, comercialización, consumo… o mancomunidades), de interés (como plataformas en las que confluyan agentes económicos y sociales (“stakeholders”), ONGs, Fundaciones…, etcétera, ya que hoy la sociedad civil debe organizarse para promover, gestionar, beneficiarse y salvaguardar sistemas energéticos sostenibles y compartir el poder que la energía representa en un proceso claro de democratización y de empoderamiento energético de la sociedad civil. Sin olvidar que en la costa mediterránea concurren dos desafíos crecientes: el cambio climático que traerá consigo menores precipitaciones y recursos hídricos y el incremento de la temperatura y la irradiación solar y su potencial en particular en solar fotovoltaica (que deberá refrigerarse). El maridaje de ambos recurriendo a la desalación con energía de fuentes renovables no solo reduce ya los costes del m3 en hasta un tercio, ya que la energía representa actualmente más del 60% del coste, sino que además (con los debidos criterios de suficiencia) asegura un abastecimiento sostenible de agua ya que el factor determinante es la energía.

Sabemos suficientemente lo que hay que hacer también en energía, es cuestión de organizarse para hacerlo y no dejar que nos sigan teniendo ocupados en mantener la situación como está, es decir, mal, pudiendo estar mucho mejor.

Hay que animar a municipios, empresas, ONGs, profesionales y ciudadanos a sumarse a los grupos activos de la sociedad civil en pro de la transición energética, tanto existentes como posibles, para que nadie nos robe el futuro.

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