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La batalla que las eléctricas no se han atrevido a plantear

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Nadie puede dudar que la ofensiva normativa de los últimos seis años contra las energías renovables haya sido inspirada por las grandes compañías eléctricas de este país. Ahí está la hemeroteca para repasar las constantes reivindicaciones de los dirigentes de esas corporaciones reclamando poner fin al desarrollo de las renovables –con especial virulencia contra la fotovoltaica– porque, a su entender, estaban poniendo en peligro el sistema eléctrico de este país. Sí, efectivamente, la llegada de nuevos actores en la energía eólica, la irrupción de grandes compañías de otros sectores en la termosolar y la aparición de decenas de miles de propietarios de fotovoltaica estaban poniendo en riesgo la permanencia de un sistema oligopólico, de “su sistema”, de su dominio absoluto en la generación eléctrica.

Un slogan, “las renovables son caras”, y una excusa cogida al vuelo “son las culpables del déficit” (aunque solo contrastar los datos de primas y déficit de 2005 o 2008 invalida esta coartada), han bastado para que su poderosa maquinaria de poder e influencia haya logrado llevar a la ruina a los que habían osado hollar el coto privado de la generación eléctrica. Las grandes compañías han intentado disimular su victoria con un permanente discurso victimista que sus resultados, año tras año, desmienten y mucho más su cotización en el mercado bursátil. Con el nuevo RD 413/2014 de retribución de renovables y las 1.700 páginas de la OM 1045/2014 con los parámetros para aplicar esa nueva retribución el sector eléctrico podría publicar hoy un parte victorioso con aquello de “cautivo y desarmado …” cambiándolo por un “arruinado y desmantelado el sector renovable ….. la guerra ha terminado”.

No han ganado la guerra sino una batalla: el futuro de la energía son el ahorro, la eficiencia y las renovables y pueden aplazar ese futuro pero no podrán evitarlo

El problema para ellos es que en primer lugar no han ganado la guerra sino una batalla: el futuro de la energía son el ahorro, la eficiencia y las renovables y pueden aplazar ese futuro pero no podrán evitarlo. En segundo lugar, lo que constituye el error más importante, la nueva apuesta estratégica fallida (como lo fue su apuesta por los ciclos combinados) es que las eléctricas se han equivocado de enemigo, no han planteado la batalla adecuada en la que una victoria les garantizaba un próspero futuro. Queda por saber por qué no se han atrevido o si sus “lazos de sangre” con su verdadero adversario les ha condenado a obviar la que era su guerra de verdad. Con una visión a medio y largo plazo y solo siendo coherentes con ese discurso de la sostenibilidad (que les llena la boca en juntas generales y memorias de RSC pero que nunca tienen en cuenta en sus decisiones) hubieran acertado en señalar como su principal objetivo la electrificación del transporte y de otros usos energéticos que hoy desempeñan el petróleo y el gas.

El trozo más pequeño de la tarta

Esos son sus adversarios de verdad y no las tecnologías renovables. Bastaría con que el sector eléctrico hubiera echado unas cuentas: si en el consumo final de energía (datos del MINETUR) las renovables representaban en 2013 5.329 Ktep, frente a las 1.632 Ktep del carbón, las 15.104 Ktep del gas y, sobre todo, las 43.419. Ktep del petróleo, ¿por qué ocuparse de que crezca el trozo más pequeño de la tarta? ¿Por qué no buscar aumentar la cuota de 19.952 Ktep de la electricidad en el consumo final de energía de este país disputando el espacio al petróleo y al gas? La reducción de la dependencia energética con el tremendo coste en importaciones de combustibles fósiles que conlleva y la reducción de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero en la lucha contra el cambio climático hubieran sido argumentos a su favor si, en un lugar de alarmarse porque otros actores se hacían un hueco en el mercado de la generación eléctrica, se hubieran preocupado de ampliar su terreno de juego. Si la electricidad es el vector energético más limpio en el punto de consumo –y, sobre todo, que puede serlo también en origen– no se entiende que las compañías eléctricas no hayan hecho un solo movimiento para hacer más grande su campo de actuación. Un objetivo que se hacía todavía más necesario con la espectacular caída de la demanda eléctrica que ha traído consigo la crisis económica. En este sentido lo único que han hecho es boicotear las políticas de ahorro y eficiencia para que su minoritario trozo del pastel energético no se redujera aún más.

Lo único que han hecho es boicotear las políticas de ahorro y eficiencia para que su minoritario trozo del pastel energético no se redujera aún más

Electrificar los usos energéticos

Para esta tarea de electrificar los usos energéticos que hoy desempeñan el petróleo y el gas podríamos empezar por el transporte de mercancías en el que España tiene el índice más bajo de toda Europa en uso del ferrocarril para este fin. Solo en este campo y en la movilidad urbana o en la calefacción doméstica, por ejemplo, ya tendría el consumo eléctrico un potencial de crecimiento muy importante para los próximos años. La única explicación de que las eléctricas no aborden esta tarea no puede ser otra que su inercia, su cultura empresarial o el plazo excesivamente largo en obtener resultados. En algunas de estas empresas la respuesta es más sencilla todavía: son lazos familiares, de sangre los que les impide pelearse con “los suyos”. Cuando hace cuatro años la Fundación Renovables y APPA lanzaban la idea de que las primas a las energías renovables las soportase el conjunto de los consumidores energéticos y no solo los eléctricos, las compañías de UNESA guardaron un significativo silencio pese a que en privado sus responsables reconocían la legitimidad de la propuesta y que sería un paso decisivo para empezar a solucionar los ya entonces acuciantes problemas del sistema eléctrico. Definitivamente no quieren dar la batalla decisiva. A lo peor es porque saben que ese adversario tiene, al menos, tantos recursos y poder como ellos para afrontarla.

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