El informe de la Fundación Renovables constata que la apuesta nuclear carece de sentido económico y que choca de lleno con el desarrollo renovable y del almacenamiento establecido en el PNIEC.
Los datos desmienten con datos que el sector nuclear tenga una elevada carga fiscal y acredita que los impuestos destinados a cubrir el tratamiento de residuos y el futuro desmantelamiento acumulan un déficit de 5.000 millones.
Madrid, 18 de noviembre de 2025.- Mantener operativas las centrales nucleares más allá del calendario de cierre tendrá unos impactos económicos, sociales y ambientales sin precedentes, además de suponer una alteración “ilegítima” en la planificación energética de España dirigida a descarbonizar y electrificar la economía. Esta es una de las ideas centrales que ha quedado recogida en ‘El Futuro de la Energía Nuclear en España’, el último informe de la Fundación Renovables que analiza y aporta datos sobre las implicaciones que tendría alargar la actividad de los reactores españoles.
A nivel jurídico, debemos recordar que la ampliación de la vida de la central de Almaraz es una decisión discrecional del Gobierno, conforme a la jurisprudencia consolidada sobre el cierre de la central de Garoña
Desde un punto de vista económico, no existen datos universales que acrediten el coste que tendría reacondicionar un reactor para extender su operatividad. No en vano, sabemos, por el contexto europeo que este tipo de obras puede costar entre el 25% y el 50% de una nueva planta –con costes totales de entre 14.000 millones y 35.000 millones de euros–, lo que supone una inversión desproporcionada si se tiene en cuenta que hay alternativas más seguras, limpias y rentables.
Por otro lado, los datos consultados permiten afirmar que los impuestos y la tasa ENRESA –destinada a financiar la gestión de residuos radiactivos– son insuficientes, aun manteniendo intacto el calendario de cierre. Según el 7º Plan General de Residuos Radiactivos, la tasa actual debería multiplicarse por seis para cubrir los gastos reales, ya que hay un déficit de 5.000 millones. Prolongar la vida de las centrales supone agravar este déficit ya que supondría aumentar el consumo de combustible y la producción de residuos. Existe un riesgo evidente de que todos estos costes terminen siendo cubiertos por el erario y por los consumidores. Estos datos, además, no solo desacreditan el popular argumento de que la falta de competitividad de las nucleares en España se debe a una elevada carga fiscal, sino que revelan que deberían tener una carga fiscal más alta para sufragar todas las externalidades asociadas a su producción.
El déficit acreditado en el informe, además, revela cómo los problemas asociados a la gestión de residuos pueden convertirse una carga que hipoteque el futuro de las generaciones venideras.
En otro orden, es necesario señalar que el coste de la energía nuclear es considerablemente superior al de la fotovoltaica y la eólica. Si atendemos a los costes en España, la nuclear supera los 65 €/MWh frente a los 24 y 43 €/MWh de la eólica y fotovoltaica. Además, a nivel internacional y como proyección futura de nuevas inversiones, según la metodología aplicada por el Levelized Cost Of Electricity (LCOE), tiene un precio de 173 $MWh, frente a los 37$MWh y 70 $MWh de las tecnologías renovables mencionadas, dejando fuera del orden de mérito a la nuclear como alternativa.
Rigidez operativa e incompatibilidad con las renovables
La idea de que las centrales nucleares no compiten ni expulsan a las renovables, sino que son tecnologías aliadas para la descarbonización del país, se cae por su propio peso. El informe acredita que los reactores españoles son un obstáculo para el desarrollo renovable debido a su rigidez operativa. Se ha comprobado que, en momentos de alta producción renovable, las nucleares y la falta de almacenamiento generan congestiones en la red que obligan a desconectar plantas fotovoltaicas o eólicas. En zonas cercanas a Almaraz se han acreditado un porcentaje mayor de vertidos a red por parte de tecnologías renovables, precisamente debido a esa incompatibilidad con la nuclear a la rigidez operativa de la misma que le impide ajustar su generación a la demanda y a las necesidades del mix eléctrico.
Todo ello, además se une con la incapacidad de la nuclear para dar estabilidad a la red en momentos de sobretensiones. Este ha sido un argumento repetido tras el apagón del 28 de abril, sin embargo, las propias empresas eléctricas propietarias de los reactores españoles han reconocido a Red Eléctrica que no tienen capacidad técnica para ello y, por tanto, para evitar un nuevo cero eléctrico. Las renovables, por el contrario, sí pueden actuar en esa dirección gracias a tecnología grid forming, pendiente de regularse y que en otros países como Portugal ya funciona.
El falso renacimiento nuclear
La publicación de la Fundación Renovables desmiente la idea de que el mundo y, en concreto Europa, se encuentran en una suerte de apogeo nuclear. Desde 2010 hasta 2024, la potencia nuclear instalada ha crecido tan solo un 1,2% a escala global, pasando de 370,9 GW a 375,5 GW. Si comparamos el crecimiento de las renovables en esa misma franja temporal, encontramos que la eólica y la fotovoltaica han experimentado un repunte del 262%, pasando de 1.227 GW a 4.448 GW. En total se han puesto en marcha 87,5 GW adicionales de energía nuclear en ese tiempo, sin embargo, se han perdido 78,8 GW al cerrarse 105 reactores a escala mundial.
Si ponemos la lupa sobre los países de la Unión Europea, nos encontramos con una tendencia claramente descendente, cayendo de 120 GW de potencia nuclear en 2010 a 97 GW en 2024. Es decir, el sector experimenta una caída del 19,5%, debido principalmente al cierre de los reactores alemanes y al estancamiento de la flota francesa. Cabe señalar, además, que los reactores activos tienen una edad bastante avanzada, como ocurre en España.
En ese contexto, es importante señalar que más del 78% de los reactores de Europa son propiedad de empresas estatales y públicas controladas por el Estado; el 8,2% de ellos son consorcios público-privados; y sólo el 13% de las centrales son de exclusiva titularidad privada. ¿Por qué? Los retrasos y sobrecostes de los nuevos reactores, además de las cargas fiscales elevadas destinadas a costear el tratamiento de residuos, el combustible o el futuro desmantelamiento de las plantas hacen que las empresas privadas vean poco atractiva la inversión.
En ese relato del renacer nuclear aparecen los llamados SMR, los reactores modulares pequeños, los cuales se presentan como la solución del futuro que impulsará al sector. Sin embargo, la mayor parte de ellos siguen en fase de investigación con costes por encima de 100 €/MWh que triplican el de la eólica o la fotovoltaica.