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La Fundación Renovables valora la COP 26 como descafeinada, sin compromisos conjuntos y coordinados para eliminar los combustibles fósiles

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La COP 26 sigue sin lograr acuerdos para fechar el final de los combustibles fósiles y no acelera la acción global y coordinada contra el cambio climático

Es extremadamente importante no incluir al gas y la nuclear en la nueva taxonomía de la Unión Europea para no repetir errores del pasado. El único debate debe ser cómo alcanzamos un modelo 100% renovable lo antes posible

Las afirmaciones de Estados Unidos y China de actuar conjuntamente contra el cambio climático deben materializarse con hechos

Madrid. Martes, 16 de noviembre de 2021. La Fundación Renovables valora que la COP 26, celebrada en Glasgow, es una nueva oportunidad perdida por parte de los mandatarios a escala internacional para afianzar una voluntad política a la altura del reto de la crisis climática que estamos viviendo. Un bucle que se repite con cada COP que tiene lugar desde la COP 21 de París, con unas altas expectativas al inicio y una desilusión generalizada final.

Después de dos semanas de reuniones, el texto definitivo ofrece más dudas que realidades a causa de que las contribuciones nacionales de algunos países no estaban alineadas con el principal objetivo que se buscaba y que se ha reafirmado en la misma COP: mantener la temperatura media global por debajo de los 1,5ºC en la próxima década. A pesar de ello, la voluntad de alinearlos y contar con Estados Unidos y China en la lucha contra el cambio climático en un futuro no deja de ser una señal positiva, aunque debe ir acompañada por hechos cuanto antes.

Desde la Fundación Renovables consideramos preocupante, más allá de la volatilidad de algunos acuerdos y la poca ambición del texto definitivo, el debate que se ha abierto sobre el fomento de la nuclear (Francia) o el gas (Alemania) como energías de transición a causa de la nueva taxonomía de la Comisión Europea (CE). Dicha taxonomía, de la que ya alertamos en verano del año pasado, quiere incluir a ambas tecnologías como limpias y permitir el acceso a su financiación con bonos verdes de iniciativas privadas, cuando  son iniciativas que no deben ser el presente y, mucho menos, el futuro.

Si prorrogamos las infraestructuras y la dependencia energética del gas, ante la negativa de la CE de reformar el modelo marginalista del mercado eléctrico, aletargaremos unos precios de la electricidad que dependerán, en gran manera, de esta fuente energética contaminante (15% del mix) durante esta década. Respecto a la nuclear, propusimos, junto con Greenpeace, el cierre de las centrales para 2024, pero finalmente el gobierno español acordó con las compañías eléctricas hacerlo de manera progresiva de 2027 a 2035, con el riesgo que supone la gestión de los residuos. Además, sus elevados costes la hacen inasumible como nuevas inversiones privadas, lo que conllevaría una subvención o financiación por parte del Estado con dinero público, algo carente de sentido cuando disponemos de tecnologías maduras y mucho más baratas como la eólica y la solar.

Desde la Fundación Renovables abogamos porque la taxonomía verde de la UE, como bien aseveró el Gobierno de España, excluya al gas y a la nuclear porque no tienen cabida en un futuro descarbonizado. El debate debe centrarse en cómo aceleramos el ritmo para avanzar hacia un sistema 100% renovable con la máxima premura y no en abrir, de manera artificial, otros nuevos que ya están concluidos en torno a energías que ni son tan limpias ni tan baratas como las renovables hoy en día. Tenemos que centrarnos en el futuro que queremos y no abrir antiguas batallas energéticas ya ganadas con argumentos basados en el diferencial de costes, en la peligrosidad y en las emisiones de CO2.

Respecto a los acuerdos alcanzados en la COP 26, recibimos con desilusión que, de manera reiterada, una gran cantidad de gobernantes no estén alineados con las demandas de toda la sociedad ante la emergencia climática. El acuerdo por el que se quería eliminar el carbón de la generación eléctrica para 2030, en economías desarrolladas, y en 2040 en las que están en vías de desarrollo, no supone un avance si la firma no cuenta con los países más contaminantes como China e India, pese a que algunos países europeos hayamos dado grandes pasos y sea prácticamente residual en el mix de generación. Aún así, es relevante la mención explícita, por primera vez en el acuerdo final, a la reducción del carbón y de las subvenciones a los combustibles fósiles, a pesar de la gran presión ejercida por los grandes países y corporaciones productores. El alcance de las conversaciones para desarrollar los mercados de carbono en frontera no ha supuesto un gran logro, más allá de haber evitado la doble contabilidad que proponía Brasil y que deberá ser desarrollado a escala UE con la máxima premura (como consta en el programa Fit for 55).

Además, no haber conseguido programar el inicio de la distribución de la ayuda financiera de 100.000 M€ anuales para mitigación y adaptación, que aportarían los países más avanzados, hacia las economías con menor poder económico, supone retrasar la descarbonización y generar asimetrías en países con mayor exposición a eventos climáticos extremos, además de una alta demanda y uso de combustibles fósiles. Este es un lastre que aumentará las desigualdades cuando los Estados más avanzados deben apoyar, acompañar e impulsar la descarbonización de las economías con menor capacidad económica.

Sin embargo, siempre es una buena noticia que los países más contaminantes, como China y Estados Unidos, afirmen en sus declaraciones que lucharán conjuntamente contra el cambio climático, pero es necesario no dar más volantazos climáticos y trabajar para obtener resultados tan pronto como sea posible. Otro buen avance es el acuerdo sobre el metano que plantea reducir un 30% en 2030 las emisiones de este gas, pacto al que se han sumado alrededor de 103 países, avance que debe materializarse.

En definitiva, desde la Fundación Renovables entendemos que esta COP 26 ha sido una “cumbre light” pues los acuerdos alcanzados no están en consonancia con la situación actual que vivimos. Es necesario trabajar a escala nacional de manera mucho más ambiciosa, sin tener que esperar a las Conferencias de las Partes, por ejemplo con la revisión al alza de los objetivos del PNIEC para 2030 (para cumplir con el acuerdo de esta COP de presentar nuevos planes el año que viene que consigan limitar el calentamiento global a 1,5 °C) o la no inclusión del gas ni de la nuclear en la taxonomía verde de la CE.

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