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Hace una semana escribía en el blog de la Fundación Renovables de 20minutos.es el artículo “¿Por qué sube la energía? ¿Complot o mercado?” la que la idea de que el precio de la electricidad lo fija el coste marginal de la última tecnología en entrar en la subasta que tiene lugar en el pool no es cierta. Hemos visto que la hidráulica ha marcado el precio. En Alemania, no en nuestro país, cuando hay sol o viento las centrales de gas o carbón prefieren ofertar precios negativos, para no salir del mercado, por los costes que tiene. Esa misma lógica permite a la hidráulica ofertar precios astronómicos, por esa mayor capacidad de entrar y salir. Lo que hace que la energía renovable no tenga capacidad negociadora en el mercado. Tiene razón Jorge Fabra al decir que no todos los kWh son iguales; detrás de cada uno de ellos hay tecnologías con funciones distintas. Pero, más allá, cada tecnología, independiente de los costes en que incurre, tiene capacidades negociadoras opuestas.

Precio de la electricidad y emisiones de CO2

El think tank europeo Agora-Energiwende ha incluido en sus gráficos los gramos de CO2 por kWh. Hasta ahora el precio era inversamente proporcional a la cantidad de energía renovable vertida en la red. Dicho de otro modo: la energía renovable tiene la capacidad de expulsar del mercado tecnologías más caras. En el gráfico de abajo vemos la relación entre solar (en amarillo) y eólica (en azul) con las emisiones de CO2 (en azul).

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En este otro gráfico (abajo) vemos la relación de energía convencional (en gris) y el precio (en azul) y la demanda en rojo (quedaría en blanco la aportación de renovables –no aparecen aquí las exportaciones.

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Lo importante es que podemos hacer un gráfico de emisiones de CO2 (rojo) y precio (azul).

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El 3 de octubre de 0.00 a 14.00 horas el precio se situó a 1,7 euros/MW, con 230 gramos CO2 kWh. En cambio, el 15 de octubre con 480 gramos CO2 kWh el precio se disparó a 107 euros /MW. El 3 de octubre las renovables aportaron 50 GW de 60 GW de demanda + 10 GW exportación, en cambio el 15 octubre la renovable aportó 12 GW de 70 GW de consumo.

El complot fósil en Alemania

Frente quienes alertan de un incremento de costes de las renovables lo que tenemos, tras 5 años con la tasa EEG congelada es una bajada de lo que el consumidor paga por la renovables. En parte por la subida de los costes del kWh. No culpa de las renovables. La tasa EEG es lo que paga el consumidor para para cubrir la diferencia entre el precio de mercado y el precio regulado que obtienen las renovables. En el artículo “¿Por qué sube la energía? ¿Complot o mercado?” incluía un gráfico al respecto.

La tasa EEG entre 2004 y 2009 subió hasta 2 céntimos. Entre 2009-2014 se multiplicó por 3 (gobierno CDU-FPD). Con la Gran Coalición (CDU-SPD) el precio de estabiliza. Pues bien, los 6,792 céntimos de euros/kWh que paga el consumidor en en 2019. Alemania no tiene el concepto de potencia contratada ni los peajes de España, pagan en el término variable de electricidad consumida. En este contexto a Claudia Kemfert (directora energía DIW –Instituto Económico Alemán) le preocupa que se reduzcan los objetivos en renovables y Cambio Climático en Alemania: “el “viejo” modelo de energía está luchando por la supremacía”; aclara qué está haciendo mal, que se ha de luchar por la “transición energética” y que, sin embargo, observa una “dramática remontada de la energía fósil”.

El coste de la electricidad, indirectamente, alivia en Alemania la tasa EEG que pagan los consumidores. El alza de precios se debería, como señala Claudia Kemfert, más que al mercado al complot: “El precio de la electricidad se compone de tres bloques: primero, los costos incurridos por el proveedor de energía para la adquisición, el transporte y la distribución, y con los cuales él cubre la facturación y todos los demás costos; el segundo bloque son los cargos de la red, que incluyen el arancel de concesión, y el tercero consiste en los impuestos y aranceles que debe pagar la empresa (IVA, impuesto a la electricidad y además cargos adicionales, como el recargo EEG, el recargo por la alimentación de energía renovable…).

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Ningún consumidor puede elegir su operador de red, no existe alternativa. Por lo tanto, la expansión de redes es un negocio seguro y lucrativo para los operadores, incluso si las redes no son necesarias para la transición energética sino un retraso para el abandono del carbón. Más redes significan más ganancias para los operadores y tarifas más altas para los consumidores, con la excepción de que cada vez son más las empresas que consumen mucha energía y están exentas de los cargos de la red. Los que escapan (con tarifas especiales) de pagar a los operadores de red, trasladan estás facturas a los consumidores”.

Este punto de vista es todo un jarro a agua fría para los que aplauden el Plan de Acción Power Grid: la política de expansión de redes (HVDC) de Peter Altmeier, ministro de Industria y Energía. Regresan deplorables argumentos como el de los 1.400 millones de euros de los cuellos de botella por culpa de la eólica, que obligó a tirar cientos de GWh de turbinas. En el diálogo abierto se cuestiona si son necesarias esas líneas. “La expansión de la red de gran tamaño es, en su conjunto -señala la Alianza de Acción contra las Redes-, independientemente de si se trata de una línea aérea o cable subterráneo, es antieconómica, ambientalmente destructiva y contraproducente para la transición energética”. Tampoco el profesor Lorenz Jarass de RheinMain University ve clara “la necesidad de esta expansión tan masiva de las redes” si vamos a una transición descentralizada.

Culpar las renovables

Orkestra (Instituto Vasco de Competitividad) culpaba de la subida del precio a la expansión de redes y energías renovables. En la expansión de redes tiene razón. Hace un año, Agora-Energiewende examinaba 5 estudios de escenarios de precios de la electricidad. El único efecto positivo que ven esos estudios es el de reducir importaciones ¿No ven el efecto sobre las exportaciones, el liderazgo tecnológico, etc.? Son alarmistas respecto a que el bajo coste operativo tenga un alto coste de inversión que afecta a las tasas de interés. Se trata de culpabilizar a las energías renovables de la subida del precio.

No son nuevos los estudios que con lenguaje por riguroso empiezan con expresiones como “locura de subvenciones”. Informes que enfatizan que lo que pagan los consumidores a través de sus facturas eléctricas (25.000 millones anuales, por su papel de país pionero, cuando el precio era mucho mayor que hoy) se verá incrementado. 520.000 millones de euros es un coste desorbitado que observa el INSM (Instituto de Nueva Economía Social que promueve estudios contra la transición energética). Son los que ha reclamado la derogación de la ley de renovables aprobada o hablan de transición justa cuando quien decir ponerle el freno.

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Justus Haucap, director de Instituto de Competencia Económica de Dösseldorf (DICE), considera que sería suficiente fortalecer el comercio de emisiones de CO2 sin la actual promoción de renovables. Es una consultoría vinculada a RWE y INSM. Una tasa ecológica finalista, que incentiva las renovables, se considera “decisión política” o; hacer política con la energía, etc.; la retribución justa que obtienen las renovables se califica de “monstruo burocratico”. Los precios regulados fueron sustituidos por subastas (que DIW ha mostrado la ineficacia). En cambio, un impuesto al CO2 que pagan las tecnologías sucias se dice “internalizar costes” aunque los consumidores lo paguen varias veces (se retribuyen tecnologías sin emisiones) y el efecto ambiental sea cero.

No tenemos una captura del regulador, tenemos capturado expertos que definen qué sucede. Prevaricación epistemológica.

Se explican las barreras a autoconsumo señaladas por el director del IDAE en España, Joan Herrera: impuesto al sol, limitar autoconsumo compartido a catastro, pagar los costes de distribución por la energía consumida, obligar que el autoconsumo tenga el alta de actividad económica energética (como un gran productor), impedir que el titular de las placas sea un tercero (arrendamiento financiero, incluido), permiso para acceso y vertido a las redes (tarda varios meses aunque no se vierta a pensar energía), aparte de permisos de obras, etc., municipales (lo máximo un descuento IBI). Como si para hacer tareas domésticas se tuviera que tener una empresa, autocontratarse, con retención de impuestos, alta en seguridad social, etc. El recién convalidado RDL 15/2018 suprime este disparate.

 

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