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Renovables, algo más que un icono

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Asistimos desde hace años a un comportamiento bipolar respecto a las energías renovables por parte de los últimos dos Gobiernos y de buena parte del empresariado nacional. Sucedía con el anterior Gobierno del PSOE que a todas horas hablaba de las bondades de las renovables -especialmente cuando el Presidente Zapatero viajaba fuera de nuestro país- mientras en el BOE se iniciaba una ofensiva regulatoria que el actual Gobierno del PP ha rematado para poner al borde de la quiebra a todo el sector renovable. Esa bipolaridad, ese doble lenguaje, se ha llevado al límite cuando recientemente el Gobierno  presentaba a bombo y platillo en Bruselas una campaña para promocionar la marca España con un despliegue de iconos que hacen reconocible a nuestro país fuera de nuestras fronteras. Entre todos ellos, y de forma destacada, aparecía la imagen de las renovables con profusión de fotos de todo tipo de instalaciones y en los discursos se hacían menciones a las tecnologías limpias y autóctonas alabando sus bondades.

La Fundación Renovables no ha podido evitar la denuncia de lo que consideramos una manipulación vergonzante y una cínica incoherencia porque, al tiempo que se exhibe por el mundo el icono del aerogenerador o de la placa fotovoltaica, este mismo Gobierno ultima una reforma energética que tiene como principal objetivo acabar la tarea de destrucción del sector renovable que ha llevado a cabo desde su llegada al poder y que inició con el RDL1/2012 de moratoria de las renovables. Los responsables de la política energética, el Ministerio de Industria, Energía y Turismo –con José Manuel Soria al frente– y el conjunto del Gobierno –con el jefe de la Oficina Económica al frente–, han dejado muy claro que su opción energética es el petróleo instando a las prospecciones en su busca en Canarias, el gas, ya sea el importado o el no convencional, puesto que considera que el “fracking” es una oportunidad, el carbón anunciando la continuidad de su utilización y la energía nuclear obstinado en mantener abierta Garoña. Es incoherente, vergonzante, cínico y deshonesto que mientras “demonizan” en su discurso y en sus normas a las energías renovables se utilice la imagen de parques eólicos, instalaciones fotovoltaicas y centrales termosolares en beneficio de la marca España. Lamentablemente para los inversores internacionales la verdadera “marca España” es la retroactividad de las normas, la inseguridad jurídica o la ausencia de una política energética cuando en este sector las inversiones requieren un rumbo constante.

No es de recibo que el Gobierno “presuma” de renovables cuando se está llevando a cabo una ofensiva normativa que ha paralizado el desarrollo de las instalaciones y –lo que es más grave– desmontado la industria que se había creado en su entorno con la pérdida de cerca de setenta mil empleos y una posición de privilegio de nuestro país en un sector de futuro. Y esta ofensiva se quiere completar en las próximas semanas con nuevas medidas que van a llevar a la ruina a las empresas del sector, mientras se ignoran el ahorro y la eficiencia que deberían ser las prioridades de la política energética que requiere la situación actual.

No son los Gobiernos lo únicos que emplean este doble lenguaje. Empresas del sector convencional introducen frecuentemente en su discurso y en sus memorias de responsabilidad social corporativa las referencias a la necesidad de luchar contra el cambio climático o reducir la dependencia energética mientras presionan en los medios de comunicación y en los pasillos del poder para consolidar el modelo actual y evitar el desarrollo de las renovables. Otras empresas y entidades que no tienen nada que ver con la energía utilizan la imagen de las renovables para realzar un perfil de progreso, de futuro y de sostenibilidad pero no hacen nada más por conseguirlo.

Las renovables son algo más que un icono. El ahorro, la eficiencia energética y las renovables son la respuesta a algunos de los principales retos que tiene planteados la sociedad y especialmente nuestro país con una de las tasas de dependencia más altas de nuestro entorno. Forman parte de un nuevo modelo energético que no debemos “congelar” poniendo como excusa la crisis económica porque forman parte de la solución. Si son dignas de exhibirse se merecen todo el apoyo para su  desarrollo.

 

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