La situación actual, con todas las aristas de complejidad, se plantea, en un ámbito socioeconómico, similar a la vivida durante la crisis de 2008. La estrategia que se creó para salir de aquella crisis estuvo más enfocada en proteger a bancos y grandes grupos empresariales que a las personas y al medio ambiente. El gobierno español solicitó y obtuvo de la Unión Europea (UE) un rescate bancario de hasta 100.000 M€ que fue utilizado para sanear el sistema financiero español, dejando de lado lo más importante, regenerar el tejido social, económico y empresarial a través de un reparto justo y equitativo de los recursos obtenidos.
Actualmente estamos ante una bifurcación, como estuvo el gobierno en la crisis anterior, teniendo que decidir qué camino tomar con la movilización financiera de 1,6 billones de euros que realizará la UE. Grandes grupos empresariales compuestos por petroleras, gasistas, sector automovilístico y diferentes sectores industriales contaminantes, presionarán para tomar el camino de China, es decir, exigir y reorientar las ayudas millonarias para incrementar la tasa de producción y el crecimiento rápido del PIB para el segundo semestre de 2020, dejando en standby regulaciones medioambientales. No cabe duda de que China vuelve a tener los mismos niveles de contaminación que en 2019, según un reciente estudio que ha comparado los niveles de NO2 antes y después de las restricciones, y, además, la construcción de 9 plantas térmicas de carbón para satisfacer el aumento de demanda energética.
El otro camino es el de aumentar la ambición reinicializando nuestro comportamiento con el medio. Es fundamental la aplicación de criterios de sostenibilidad y descarbonización a las políticas de inversión y movilización financiera de la UE, alineadas con el Pacto Verde Europeo y con los objetivos climáticos del Acuerdo de París. En España, el Plan de Recuperación Económico no debe olvidarse de las personas más vulnerables, de reforzar los sistemas públicos básicos, de reindustrializar la producción de bienes de primera necesidad y de mejorar los objetivos contenidos en el PNIEC, así como de incentivar el I+D+i en áreas estratégicas y reorientar sectores que tienen un elevado peso en el PIB y necesitan mejorar su sostenibilidad y las garantías de empleabilidad. Apostar por el progreso frente a un crecimiento acelerado y dar celeridad a medidas de calado y significativas en el PNIEC es clave para aumentar su impacto en la generación de empleo y en recuperar y diversificar la economía, apoyándose en las ciudades como vector de cambio, fomentando la rehabilitación energética, la electrificación de los consumos residenciales con energías renovables y la generación distribuida, el almacenamiento de electricidad, la electrificación del transporte público y del compartido privado y la movilidad sostenible.
Guardando la distancia con el 2008, nunca habíamos tenido una crisis sanitaria y económica como la actual. Nunca había existido una oportunidad tan clara de generar una sociedad nueva marcada por las disrupciones tecnológicas y sociales. En palabras de Albert Einstein, “si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”.