Del análisis de los últimos años se puede concluir que a pesar del progreso que se ha producido en el ámbito tecnológico, la evolución hacia un modelo energético sostenible no ha tenido la correspondencia deseada en cuanto al compromiso de los distintos países para que dicho avance fuera el motor de cambio de un modelo energético ineficiente y medioambiental y geoestratégicamente no sostenible, como el actual, a uno más acorde con las demandas de la sociedad.
De hecho, 2017, ha sido un año en el que la promoción de nuevos centros de producción de energía eléctrica con fuentes de energía renovable ha sido mucho más barata que con fuentes de energía de origen fósil, y eso sin incluir además las externalidades que éstas tienen. Esta afirmación está demostrada inequívocamente por el resultado de las sucesivas subastas de nueva potencia que se han producido en distintas partes del mundo. Lamentablemente, esta evolución producida en el exterior no ha tenido reflejo en las subastas realizadas en España por error de diseño de las mismas, como ha venido denunciado la Fundación Renovables, y por la existencia de una reforma eléctrica, 2013, que atenaza cualquier intento de normalidad.
2017 ha sido un año en el que la promoción de nuevos centros de producción de energía eléctrica con fuentes de energía renovable ha sido mucho más barata que con fuentes de energía de origen fósil
Otro de los elementos que ha servido como contraste a la inacción gubernamental a nivel mundial, ha sido el papel que las ciudades y sus representantes sí que han asumido. Este papel no solo es relevante para avanzar en unas mejores condiciones de vida en nuestros municipios, sino que, sobre todo, cambia el foco de ver la política energética, para en lugar de hacerlo desde el lado de la oferta pasemos a hacerlo desde la gestión activa y eficiente de la demanda.
Bajo mi punto de vista estos dos elementos son los que permiten mantener la esperanza viva de que el cambio de modelo está más cerca, gracias al progreso tecnológico y al movimiento ciudadano, que deben permitir alcanzar un modelo energético basado en la eficiencia y en las energías renovables.
Subastas, procesos competitivos que han abierto un futuro sin retorno La evolución mundial de las energías renovables en 2017 puede considerarse como altamente positiva, ya que ha supuesto que la generación de energía eléctrica mediante fuentes de energía renovable, fundamentalmente eólica y fotovoltaica, no solo sea competitiva con respecto a las fuentes de energía fósil, sino que la brecha entre los precios ofertados en procesos de subastas se haya ido haciendo cada vez más grande.
La subasta realizada en México el pasado noviembre para cubrir una demanda de algo más de 5,5 TWh, equivalente al 2% de toda la demanda de electricidad en España, ha sido cubierta en un 69% con fotovoltaica y en un 31% con eólica y se ha cerrado con un precio medio de 20,5 $/MWh (17,4 €/MWh), es decir, a un tercio del precio medio del pool esperado en España para el 2017.
Pero lo importante no es solo el precio, sino el análisis de cuáles deben ser las condiciones de contorno del diseño de la subasta que la han permitido, al margen de las condiciones del potencial energético disponible, y que podrían resumirse en:
- Las garantías jurídicas del diseño de la subasta y la formulación de los PPA’s.
- La madurez tecnológica e industrial de la eólica y la fotovoltaica y la presión transparente que entre ambas se está produciendo y que está provocando un mercado altamente competitivo.
El análisis comparativo de lo alcanzado en México con el resultado de las subastas celebradas en España, en mayo y julio de 2017, en las que de forma poco transparente se asignaron 8.037 MW (sobre una propuesta inicial de 5.000 MW, un 60% más), con una distribución de 4.128 MW eólicos (51,4%) y 3.909 MW fotovoltaicos (48,6%), permite
destacar las siguientes conclusiones:
- La estructura de potencia asignada en España no ha sido neutral, a pesar de su definición de partida, ni se corresponde con la estructura de costes de las tecnologías eólica y fotovoltaica y con el recurso energético disponible. Si en España el proceso hubiera sido competitivo, la potencia fotovoltaica habría sido muy superior a la eólica.
- La subasta española no ha permitido que las tecnologías renovables ayuden a reducir el coste de generación de energía eléctrica, no solo porque no fijan precio (percibirán el precio que el pool establezca) sino porque, además, se ha fijado un mínimo de 32 €/MWh, muy superior al que se ha cerrado en México.
- La ejecutabilidad de la potencia consignada carece de planificación y de garantías reales de desarrollo. Se ha fijado fecha máxima de puesta en marcha para alcanzar los compromisos del 2020 sin que se conozca ni dónde ni cuándo se van a desarrollar y cuándo sería operativa la nueva potencia.
- Se desconoce cuanta energía se va a generar, porque la potencia asignada no es la suma de iniciativas reales conocidas, lo que ratifica la inexistencia de una planificación energética real, planificación que si existiera habría apostado por incrementar el aporte solar antes que el eólico dado el mix actual disponible.
La reducción de costes de las energías renovables y los compromisos de los distintos países han dado su fruto en la cumbre de Bonn, durante la COP23, en la que, a pesar de su carácter técnico, tuvo lugar la declaración de un grupo de 25 países con el compromiso a favor del abandono del carbón, situación que de nuevo se contradice con la posición española en la que, a pesar de mantener un discurso favorable a la lucha contra el cambio climático, la política real es claramente contraria. Un buen ejemplo de esta contradicción es la decisión de oponerse a la voluntad del sector eléctrico de cerrar centrales de carbón no competitivas mediante la promulgación de normas intervencionistas en contra del mercado y de su propia política medioambiental, dejando claro que el Gobierno español, a pesar de que su papel debería garantizar una evolución sostenible de nuestro modelo energético, actualmente dependiente e ineficiente, prefiere apostar por el intervencionismo y apoyarse en tecnologías y fuentes del pasado.
La ciudad, el adalid de la revolución de la demanda La realidad energética a nivel europeo también ha abierto una via de esperanza hacia la sostenibilidad, con el compromiso real asumido por el entorno urbano.
Las ciudades se están convirtiendo en la avanzadilla de posiciones energéticas de compromiso mucho más destacadas que las que los gobiernos de los distintos países están protagonizando. Este compromiso, que nace del Pacto de los Alcaldes de 2008, abre un marco de actuación desde la demanda que no solo lo hace más efectivo sino, sobre todo, más participativo y que se apoya en iniciativas como:
- Propuestas de abandono de los combustibles fósiles, empezando por la prohibición de circulación de vehículos que utilicen combustibles como el diésel, causante de gran parte de los problemas de contaminación y de enfermedades cardiovasculares que sufren los ciudadanos.
- Apuesta por el incremento del grado de autosuficiencia energética, mediante el fomento de la generación distribuida en edificios públicos y en la promulgación de ordenanzas tendentes a apoyar esta práctica.
- Regeneración de barrios para introducir criterios de movilidad sostenible (peatonalización, uso de la bicicleta…). Propuestas como la de Barcelona con las “supermanzanas” o la estructuración de Vitoria, son garantía de que las ciudades avanzan gestionando los recursos y manteniendo tanto la cobertura de las necesidades de los ciudadanos como el acervo cultural.
- Remunicipalización de la gestión de contratos de suministros básicos. La consideración de que la gestión de los servicios públicos debe ser privatizada para ser efectiva está siendo más que cuestionada, anteponiendo la necesidad de cobertura de servicios frente a su concepción economicista de rentabilidad.
- Introducción del vehículo eléctrico. Las facilidades ofertadas, tanto de accesibilidad como de aparcamiento para vehículos no contaminantes, están siendo determinantes para el crecimiento de un parque automovilismo limpio.
- La consideración de la energía como un bien básico. La realidad de la lucha para paliar los efectos de la pobreza energética está siendo llevada a cabo por los ayuntamientos, a través de sus servicios sociales, paliando en muchas ocasiones la desidia de las Administraciones Central y Autonómica, que prefieren mirar a otro lado antes de asumir la existencia de focos de pobreza.
En España, el compromiso urbano, a pesar de la inacción del gobierno central y de la mayoría de los gobiernos autonómicos, si está asumiendo una consideración de la energía como un bien básico de acceso universal y no exclusivamente como una línea de negocio o de crecimiento económico.
Después de un año con un gobierno en funciones, la existencia de una composición parlamentaria favorable a la puesta en marcha de políticas energéticas más sostenibles o cercanas a resolver los problemas de la ciudadanía, abrió una puerta a la esperanza. Pensábamos que con una nueva mayoría se resolverían algunos de los temas pendientes en materia energética como son: la pobreza energética; una regulación equilibrada para el autoconsumo; la incorporación de las renovables aprovechando su competitividad; el pacto político para resolver la pérdida de la seguridad jurídica de los recortes de la retribución de las inversiones renovables; el cierre de la minería del carbón exigido por la Comisión Europea; la definición del futuro de la energía nuclear y de la gestión de sus residuos; o, por qué no, la implementación de una política fiscal que permita ir reduciendo la dependencia de los combustibles importados.
Pues bien, ninguna de estas reclamaciones, transcurrido mas de un año de legislatura, han visto la luz, lo que debería hacer reflexionar a los grupos políticos sobre si su estrategia política merece la pena.
Desde la Fundación Renovables seguimos trabajando en aunar mayorías, tanto políticas como sociales y empresariales, para que la realidad energética de España esté en línea con lo que el progreso tecnológico permite y con la enseñanza que las ciudades nos están mostrand
Desde la Fundación Renovables seguimos trabajando en aunar mayorías, tanto políticas como sociales y empresariales, para que la realidad energética de España esté en línea con lo que el progreso tecnológico permite y con la enseñanza que las ciudades nos están mostrando. Por esta razón, ya en 2014, elaboramos el documento “Ciudades con futuro” y venimos trabajando en una realidad energética cercana al entorno urbano, que permita alcanzar un modelo energético en el que la demanda de energía de la ciudadanía, según sus necesidades, marque las pautas de la oferta.
Artículo publicado en el número de diciembre 2017 de la revista Futurenergy