No, no parece que exista la más mínima intención del Gobierno de rectificar en una sola coma la reforma energética que aprobaba el pasado mes de julio aunque haya tenido que reconocer de hecho que ya es un fracaso al mencionar la existencia de un déficit de tarifa para este año de más de 3.000 M €. La tramitación de la Ley del Sector Eléctrico en el Congreso de los Diputados está poniendo de manifiesto la soledad del partido del Gobierno en esta involución normativa (así fue calificada por la Fundación el pasado mes de septiembre). El rechazo de los grupos parlamentarios se une al mostrado en su momento por el conjunto del sector y los órganos reguladores como la Comisión Nacional de la Energía o la Comisión Nacional de la Competencia, ahora desaparecidos. También los ciudadanos empiezan a dar muestras de rebeldía ante esta ofensiva que les convierte en chivo expiatorio de todos los males del sistema y lo hacen a través de la movilización de numerosas organizaciones sociales o iniciativas como “Bájate la potencia” que ha apoyado la Fundación Renovables.
Por otra parte, en Europa la presión de las grandes corporaciones energética, que ha arreciado en las últimas semanas, empieza a dar sus frutos y la Comisión Europea da unos preocupantes pasos -de momento solo en documentos de reflexión- hacia el cuestionamiento de los sistemas de apoyo a las renovables. No tememos el debate sobre estos mecanismos pero no podemos tolerar que lo que se cuestione sea la apuesta por el ahorro, la eficiencia y las renovables porque esa es irrenunciable. Es imprescindible exigir el cumplimiento de los objetivos de renovables, ahorro de energía y emisiones de CO2 para 2020 y la hoja de ruta establecida para 2050 porque esa es la mayor garantía de suministro energético para Europa. El camino se puede discutir, la meta no.