Vivimos en una sociedad urbana, lo que ha convertido a nuestras ciudades no solo en sumideros energéticos y en el principal foco emisor en Gases de Efecto Invernadero (GEI), sino, también, en el elemento principal en la lucha contra el cambio climático.
El autoconsumo fotovoltaico es una de las herramientas más eficaces de las que dispone la sociedad para luchar contra el cambio climático. Esta práctica ayuda a disminuir las emisiones de CO2 y, además, coloca al ciudadano en el centro del sistema, otorgándole el poder contribuir al cambio y al cuidado del planeta.
La energía solar fotovoltaica es limpia y renovable y las energías renovables no emiten gases de efecto invernadero a la atmósfera, por tanto es fundamental la promoción del autoconsumo por parte de las administraciones locales, a través de incentivos municipales.